Críticas

Las niñas (España, 2020, 97 min.). Dir.: Pilar Palomero. Int.: Andrea Fandos, Natalia de Molina, Zoe Arnao, Julia Sierra. DRAMA.

Una secuencia magistral, la que abre esta espléndida ópera prima, concentra el sentido del film: un coro de niñas canta. Pero de su boca no salen sonidos: se trata de un ensayo gestual, no de un canto propiamente dicho, tal como vemos cuando la voz de la monja que dirige el coro indique a las alumnas el sentido de lo que están haciendo. Y a continuación, ‘exonerará’ (en realidad, sancionará) a cinco de ellas para que se limiten a hacer muecas, no canto.

Universo de mujeres. Esta secuencia que instaura el sentido de lo que vamos a ver tiene un plano visual, lo que se muestra, pero también una realidad oculta. Al igual que quienes oigan al coro no lo oirán en su totalidad, nosotros tampoco sabremos, en primera instancia, quién dice verdad y quién miente. Film enteramente centrado en un universo de mujeres –como mujeres son, en su mayoría, las profesionales que lo han alumbrado, comenzando por Pilar Palomero en un brillante debut–, que nunca renuncia a un punto de vista autoral, pero que está siempre atento al detalle más nimio relacionado con Celia (Andrea Fandos), la protagonista, y su siempre cansada madre (Natalia de Molina). La directora mezcla con habilidad inusual el pequeño apunte –la ropa que Celia ansía tener, por ejemplo– con interrogantes de mucha más enjundia, provocados por la súbita irrupción en el limitado horizonte de Celia de la llegada de una extraña, Brisa (Zoe Arnao), con la que comparte algo capital: es huérfana como ella, pero no solo de padre, también de madre.

Contradicciones y preguntas. Desde esa presencia que provoca una callada explosión en la vida de la niña, se van trenzando las preguntas a su madre: qué pasó con su padre, por qué no tienen relación con su familia… Palomero hace avanzar la trama a partir de un impresionante trabajo de su elenco infantil, un prodigio de naturalidad. Y poco a poco, lo que se va abriendo paso no es solo la contradicción entre una España tradicional, representada por la familia del pueblo y el ambiente del colegio religioso, y una en vías de rápido cambio, sino también una sospecha abyecta (quién es realmente el padre de la niña), sobre la que la directora no se pronuncia, pero a la cual deja abierta la puerta para que mentes retorcidas, como la mía, busquen respuesta. Narrada con insólita madurez, cuidadosa respecto a cómo representar el mundo femenino, Las ni–as confirma el gran momento que vive el maltratado cine español en lo que hace a la emergencia de nuevos talentos. Y la vitalidad imparable del cine hecho por mujeres y dirigido a cualquier público inteligente.