Black Lives Matter, antes y después del asesinato de Floyd
A200 metros en línea recta de la Casa Blanca, cruzando el vecino parque Lafayette, tras la reja de más de dos metros erigida para mantener a raya las protestas, 16 letras amarillas en el asfalto de la Calle 16 declaran de una acera a la otra: Black Lives Matter (“las vidas negras importan”).
Siete años antes esta frase era apenas el fragmento de un mensaje en la red social Facebook de una activista, en la costa opuesta de Estados Unidos. En Washington DC, desde el pasado 2 de junio, es el nuevo nombre de las dos últimas manzanas de la arteria que conduce hacia la residencia presidencial, designada plaza Black Lives Matter por parte de la alcaldesa Muriel Bowser.
“Hay personas que anhelan ser escuchadas y vistas, y que su humanidad se reconozca, y tuvimos la oportunidad de enviar ese mensaje alto y claro en una calle muy importante de nuestra ciudad. Ese es el mensaje para el pueblo estadunidense: la humanidad negra y las vidas negras importan”, dijo Bowser en conferencia de prensa.
Ahí convergen a
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