GUARDIANES DEL PETÉN
21 000 KILÓMETROS CUADRADOS SE DECLARARON “RESERVA DE LA BIOSFERA” PARA INTEGRAR LAS POBLACIONES A SU ENTORNO REDUCIR LA POBREZA Y PROTEGER EL MEDIO AMBIENTE.
CUANDO MANOLA LIMA salió de la selva por primera vez a los 12 años, y conoció la capital guatemalteca, quedó perpleja frente a sus grandes edificios. “Que piensen que te has subido 1 000 veces a ellos”, recordaba el consejo de su madre antes de partir de Yaxhá, su pueblo natal en el corazón de Petén, al norte del país.
Los niños del campo suelen ser rechazados en la ciudad: porque su ropa es diferente, porque son de pueblo, porque hablan raro. Lima experimentó esa marginación mientras terminaba sus estudios en la ciudad –donde trabajaba medio tiempo en un restaurante local–, un logro poco común hace casi 30 años para los jóvenes de las comunidades rurales de la nación.
Entonces, la selva tenía poco de haber sido dañada por años de conflictos armados entre la guerrilla, el narcotráfico y los gobiernos militares que arrasaron con la región y su población. Así que, como parte de los Acuerdos de Paz que terminaron con la crisis, la reinstauración de los gobiernos civiles y democráticos trajo consigo un programa para devolver sus tierras a las comunidades peteneras, en el pasado destinadas exclusivamente para el usufructo de las grandes empresas trasnacionales.
Además, en un esfuerzo por preservar un ecosistema con más de 37 000 kilómetros cuadrados de manto forestal (34 % del país), que almacena más de 600 000 toneladas de CO2 al año y cuyos humedales están reconocidos por el Convenio RAMSAR entre los más importantes para la biodiversidad en el planeta, más de 21 000 kilómetros cuadrados fueron declarados “Reserva de la Biosfera”, una categoría de la UNESCO que busca integrar las poblaciones a su entorno para reducir la pobreza y proteger el medio ambiente.
Sin embargo, las intenciones seguían sin trascender el papel.
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