La búsqueda fatalmente lenta para encontrar la siguiente generación de antibióticos
EN ENERO DE 2019, Mike Dudley recibió una llamada en la que le anunciaban que su cuñado de 69 años había fallecido tan solo 48 horas después de ingresar al hospital con síntomas de influenza. No podía creer lo que estaba escuchando. Cinco meses antes habían ido de mochileros al parque Ansel Adams Wilderness y al Parque Nacional de Yosemite de California. La noticia no tenía sentido.
Luego, Dudley se enteró del detalle que hizo que se le hundiera el corazón: la causa fue una sepsis bacteriana –un padecimiento que resulta de una respuesta corporal a los químicos que produce cuando lucha contra una infección– después de que un estafilococo había invadido su cuerpo.
Aunque Dudley, un especialista en enfermedades infecciosas y doctor en farmacéutica en San Diego sabía todo sobre infecciones fuera de control que podían matar incluso a pacientes saludables, la muerte de su cuñado fue un fuerte recordatorio de que pueden convertirse en algo mortal rápidamente, sofocando a los antibióticos que tenemos para detenerlas.
Como muchos expertos en su campo, Dudley ha vivido con una acallada ansiedad sobre lo que podría pasar si las medicinas de las que dependemos para tratar todo desde
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos