007: LICENCIA PARA CAMBIAR
La primera aparición de James Bond en el cine, en Agente 007 contra el Dr. No (1962), se puede ver como una síntesis de las características que definirán al personaje en su primera época. Bond, interpretado por un viril Sean Connery, es presentado jugando (y ganando) en el casino del exclusivo club londinense Les Ambassadeurs, pronunciando su célebre “Bond, James Bond” mientras se enciende un cigarrillo que ha sacado de una elegante pitillera, y flirteando con su oponente de juego, una bella dama que caerá rendida a sus encantos. Luego, tras recibir las instrucciones de su nueva misión, lo veremos entrar en acción. Observaremos su ingenio, valentía y gustos refinados, pero también su arrogancia, brutalidad y voracidad sexual. Había nacido un nuevo tipo de héroe, un galán muy distinto a los que protagonizaban las películas de Hollywood en esos años.
fue un gran éxito, en su lista de libros favoritos publicada por la revista en 1961), nadie en Hollywood esperaba esos resultados en taquilla. Bond parecía un personaje más adecuado para un serial televisivo que para la gran pantalla (de hecho, su primera aparición fue en la serie , en 1954). Tras el colosal éxito de la tercera película de la saga, (1964), ya nadie tenía dudas. Bond se había convertido en un fenómeno social y en un modelo a seguir para el moderno cine de acción. La “bondmanía” se extendió por todo el mundo, generando un aluvión de imitadores y parodias. Incluso alumbró un nuevo subgénero, el , compuesto por filmes protagonizados por casi tantos espías como combinaciones de números de tres cifras: el agente 001, 077, 117…
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