LA CIENCIA LOCALIZA EL ALMA
El cardiólogo holandés Pim van Lommel, famoso por haber dirigido la mejor investigación científica sobre las experiencias cercanas a la muerte (ECM), se mostró convencido, ante mi grabadora, de que la conciencia es no local –que no se encuentra en ningún lugar físico concreto–, de modo que el cerebro actúa como un interfaz, un medio de comunicación entre nuestro cuerpo y esa conciencia no local, que sería independiente de nuestro cerebro y, por lo tanto, inmortal. En definitiva, conciencia sería sinónimo de alma o espíritu. «La información de la conciencia ‘desciende’ a nuestro físico y la de nuestros sentidos ‘sube’ a la conciencia. De otro modo difícilmente se puede explicar la continuidad de la memoria e incluso el funcionamiento del cuerpo, porque cada día mueren 50.000 millones de células y nacen otras tantas nuevas», me explicaba el cardiólogo.
Para mi interlocutor, el ADN es clave en ese proceso de intercambio: «Toda la información contenida en el ADN de las células es igual, pero la función que toman es diferente. En realidad, aquello que ordena a la célula cómo tiene que funcionar es la conciencia no local. Por otro lado, gracias a la epigenética sabemos que la realidad del exterior también se incorpora al cuerpo a través de nuestras células. Otra evidencia más de que el ADN no es el que produce la información, sino únicamente el que recibe y decodifica lo que envía la conciencia no local».
Pero, ¿de qué modo el ADN conecta nuestro cuerpo con la conciencia-alma? Así lo explica el cardiólogo en su sobresaliente
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