LA VIEJA GUARDIA
ran otros tiempos, cuando los periodistas tenían dinero a espuertas gracias a la publicidad. A principios de los sesenta y de los setenta, una gran cabecera estadounidense no dudaba en pagar un avión a un reportero para que fuera a la otra punta del o el contaban con investigadores dispuestos a indagar lo que se ocultaba en las cloacas del poder. Seymour Hersh es uno de los últimos supervivientes de aquella raza de periodistas míticos que se lanzaban a por una buena historia como perros de presa, sin descuidar por ello la más escrupulosa exactitud en sus informaciones. Sus memorias son todo un acontecimiento, porque nos sumergen de cabeza en las grandezas y miserias del cuarto poder.
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