LA ATALAYA DE LOS INCAS
El estadounidense Hiram Bingham lo tuvo claro cuando emprendió la expedición con la que, en 1911, puso en el mapa Machu Picchu. El explorador estableció su base de operaciones en otra ciudadela de Cusco, tan antigua como valiosa. Fue por las mismas razones por las que, siglos antes, el mismísimo Inca había privilegiado ese reducto: Ollantaytambo era un sitio estratégico desde varios puntos de vista. Estaba situado en los Andes del sur peruano, entre dos montañas, a casi 2.800 metros de altura (400 más que Machu Picchu) y a orillas de un caudaloso riachuelo, el Patacancha, cerca de donde este se une con el río Urubamba. No quedaba lejos, además, de la capital del incanato, la Cusco imperial, y de la propia Machu Picchu.
El clima, por otra parte, no resultaba demasiado riguroso. Aunque seco,
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