WADI RUM, EL DESIERTO DE LAWRENCE DE ARABIA
Nos detenemos en un almacén a orillas del camino. Mohammed ha recibido, desde una aplicación en su teléfono, el aviso de la Meca que le invita al último rezo del día. Es nuestro chofer y hoy ha conducido cuatro horas desde Madaba, la ciudad del norte de Jordania, donde almorzamos. Mohammed es musulmán de origen palestino y no se salta ninguna de las cinco oraciones diarias dictadas por el Islam. Ya es de noche y el pequeño puesto tiene prendida una luz fluorescente que ilumina las raídas alfombras fuera de la entrada donde Mohammed yace boca abajo en posición de rezo. Nosotros aprovechamos la parada para estirar las piernas y compramos un café para él. Aún falta para nuestro destino y hemos atravesado buena parte del país.
Vamos rumbo a Wadi Rum, un desierto del tamaño de Manhattan, rodeado de las más impresionantes formaciones rocosas de arenisca y granito, ubicado en el extremo sur de Jordania. Luego de una hora, el asfalto termina y el camino se vuelve polvo. «Ya casi llegamos », nos dice Mohammed «¿Ven esa locomotora? » Distingo la figura a la luz de la luna. «Pues es, dice.
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