MENTIROSA COMPULSIVA
Octubre de 1994. Durante nueve días, la noticia mantiene en vilo al público estadounidense. Dos niños han sido secuestrados a punta de pistola por un ladrón de coches en un cruce de carreteras en Carolina del Sur y nadie sabe dónde están. La madre aparece en televisión llorando y suplicando que, por favor, le devuelvan sanos y salvos a sus pequeños.
En los televisores de todo el país aparece una mujer tímida y traumatizada. Sin embargo, los agentes de policía que investigan el caso empiezan a sospechar que quizá no sea tan inocente como aparenta, porque en su reconstrucción de los hechos hay demasiadas cosas sin explicar. Tras resistir algunas provocaciones, cede a la presión y confiesa lo que a esas alturas los detectives ya sabían: que fue ella quien mató a los infantes.
Todavía nadie ha podido comprender por qué lo hizo. Ella siempre ha dicho que cuando pasó, “no estaba bien de la cabeza”, y ha echado la culpa del asesinato a su desafortunada existencia.
SÍNDROME DEL PADRE AUSENTE
Susan Smith no tuvo una buena infancia. Sus padres se divorciaron cuando ella tenía seis años y, unas semanas después, su padre se suicidó. Aunque la madre no tardó mucho en rehacer su vida con Beverley Russell, un empresario local a quien las cosas le iban bastante bien, Susan había interiorizado el suicidio de su padre como una suerte de rechazo. “Me siento abandonada. Siento que mi padre no podía quererme, no me quiso, porque de lo contrario no se habría suicidado”, le contó a una de sus profesoras.
Susan se deprimió y a los 13 años intentó suicidarse. Dos años después, su padrastro empezó a abusar sexualmente de ella. En el libro Susan Smith: Victim or Murderer, George Rekers explica cómo empezaron los abusos. Una tarde cualquiera, Susan se acomodó en el regazo de Beverley como lo haría cualquier niña con su
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos