PAIN
ME COMENZÓ A MOLESTAR LA CADERA UN DÍA DE INVIERNO MIENTRAS CORRÍA, AL PRINCIPIO ERA UN DOLOR MUY LEVE PERO CON EL TIEMPO SE FUE INCREMENTANDO. ES DIFÍCIL DECIR EXACTAMENTE DÓNDE LO SENTÍA, EN ALGÚN LUGAR INTERNO QUE NO PODÍA TOCAR, ALGUNAS VECES ERA MUY INTENSO, OTRAS MUY LEVE, PERO SIEMPRE ESTABA AHÍ.
EL DOCTOR LO achacó a los caminos lodosos, que desestabilizan la pisada. Me dijo que no corriera y me recomendó ejercicios para estirar y fortalecer esa zona. Pero ni el descanso, ni los masajes ni los ejercicios dieron resultado.
Los días se convirtieron en semanas y yo seguía cojeando, imaginaba el interior de mi cadera como una de esas cajas de cables telefónicos que a veces encuentras reventados en la calle, se me ocurría que las fibras musculares y los nervios de mi cadera se enredaban en una maraña semejante. Decidí hacerme una resonancia magnética y me preparé para lo peor. Sin embargo, no encontraron lesión alguna. Me quedé pasmado. No así Richmond Stace, un fisioterapeuta especializado en el tratamiento del dolor: “El dolor es solo una experiencia sensorial. No está ligado a ningún problema físico”, explica.
Es difícil admitir que el malestar que sientes no se debe a una lesión, pero muchos estudios han analizado experiencias como la mía y han mostrado no solo que el dolor puede aparecer en tejidos ilesos, sino que puede haber lesiones que no ocasionen molestia. En uno de estos estudios, 44 personas a las que no les dolía nada, afirmaba que el 38% de los sujetos que manifestaron no sentir daño, tenían problemas (p. ej. hernias) en la columna vertebral que habrían explicado un cuadro de malestar. Por lo tanto, si el dolor no es sinónimo de lesión, ¿por qué aparece?
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos