KARAOKES IMPERDIBLES EN CDMX
NOCHES DE KARAOKE
Decía Edith Piaf que cantar es una forma de escapar, que “es otro mundo”. Y eso lo podemos sentir, incluso quienes no tenemos su voz privilegiada, cuando entramos a un karaoke, donde la prioridad es deshacerse en melodías casi siempre insoportables fuera de las cabinas. Y, acá entre nos, entre peor es la rola, mejor es el ambiente.
A México los karaokes llegaron con las migraciones de japoneses y coreanos. Pero a nosotros nos ha gustado cantar desde siempre: antes de que conociéramos la palabra, ya podíamos cantar con un mariachi en Garibaldi, con la banda de salsa del cabaret Barba Azul o bajo la luz sórdida del Barón Rojo.
Por supuesto, la respuesta oriental a esta necesidad de desgañitarnos nos cautivó, y ahora “karaoke” es una palabra común en nuestra vida nocturna que se alimenta de fantasías: la de ser una estrella, la de recibir aplausos, la de sentirnos como Scarlett Johansson y Bill Murray en Lost in Translation.
“No es cantar, es gritar fuera todo ese estrés y toda esa angustia. Aprendimos a amar el karaoke porque no cantábamos solos, cantábamos como un grupo de gente que se quería”, dice Luis Fernando Vargas en “Noches de karaoke”, del podcast Radio Ambulante. Y en estos espacios, entre perdidos nos encontramos.
01 BAR ORIENTE
UN LUGAR PLAYFUL CON COLORES TEMÁTICOS
Este espacio, donde otrora se ubicaba el Club Social Rodhesia, tiene varios ambientes. Uno inspirado en los de Japón, donde puedes tomar sake y comer algo de su menú oriental, o botanas de Can Can —el bar vecino—: hamburguesas
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