Normal, inofensivo y totalmente irresistible
ANTES DE que los anunciantes de grooming masculino vieran el valor en los comerciales que abordan los problemas de la masculinidad tóxica, ahí estaba “el efecto Axe”, una campaña del desodorante Axe que comenzó al final de los 90. Uno de los anuncios más memorables presentaba a una horda de preciosas mujeres corriendo hambrientas por el bosque –meneando su cuerpo al más puro estilo de Baywatch–, atraídas como polillas a las llamas por un hombre de aspecto muy ordinario que se rociaba desodorante Axe.
Así se siente pasar el rato con mi amigo más exitoso en el romance a quien llamaré Rob. Rob es la mejor evidencia de un cambio en la forma en que los hombres y las mujeres se conocen en la vida real. Desde el #MeToo, muchos hombres me han preguntado cómo se supone que deben coquetear
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