El 14 de marzo dee 1938, Adolf Hitler recorrió Viena aclamado por las multitudes. Viena era la ciudad de su juventud, a la que regresaba como un héroe conquistador.
El azar le llevó a visitar el Palacio Imperial, donde se exhibían los tesoros de un valor incalculable de la antigua monarquía. En medio de esa espléndida colección, un objeto llamó poderosamente la atención: era una lanza aparentemente insignificante y vulgar en cuya hoja se leía una inscripción en latín: «lanza el clavo del señor».
Hitler la observó durante más de una hora, y aquella misma noche dio dos órdenes: detener a todos los judíos de Viena y enviar a Alemania la santa lanza del tesoro de los Halzsburgo. Hitler se creyó entonces con poder para conquistar el mundo. ¿Por qué anhelaba Adolf Hitler aquel objeto sagrado? ¿Cuál era su poder místico? ¿Por qué durante más de 2.000 años tantas personas lucharon a muerte por empuñar la lanza sagrada?