Esta es mi conversación con el propio, el azaroso, el pana, el cuchey; mi amigo Róbinson Posada, que insisto, no es familia, pero nos queremos como hermanos. Aquí hablamos durante una hora de reflexiones sobre la creación de su personaje; cómo el performance del Parcero ha ido evolucionando en una suerte de metamorfosis artística en la que, con el paso de estos más de 18 años, uno ya no sabe si el personaje le da vida al actor, o si el actor le da vida al malevo, al gatillero; al marihuanero que pasó por la mayoría de escenarios dejando una estela de olor a barrio y una reflexión tan potente, que ahora es él quien ha modificado su propia conducta, y ha pasado a interpretar sus historias de esquina, dramas de barrio, y conflictos de comuna como un acto de amor y resiliencia sin dejar de ser la misma nea.

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