Me encanta tener invitados que me sorprendan como Adrián Rubalcava (dragón) logré conectar de una forma personal, descubrí que más allá de una imagen acartonada (como se suele pensar de los políticos) también son personas que han luchado mucho para tener lo que tienen, a pesar de tener 23 años de trayectoria y que hoy es alcalde de Cuajimalpa nos dejó ver un lado muy humano, con decirte que estuve a nada de soltar unas lágrimas con todo lo que nos contó.
Algo que me gusta mucho de nuestro invitado es que es cercano a los chavos y a los niños, ya no es ese político de la vieja escuela que eran inaccesibles.
Arrancó contando que desde chavito creció en una familia muégano que lo hicieron sentir querido, se fue a estudiar a Texas al Colegio Militar, la verdad yo pensé que lo habían mandado como castigo por andar portándose mal, pero no, él quería parecerse a Maverick de Top Gun. Cuando regresó a México no creas que quería ser político, estudiaba derecho y trabajaba en un despacho fifí (como diría AMLO), pero uno de sus mejores amigos soñaba con ser político, lamentablemente murió en un accidente y a Adrián se le metió el gusanito de porqué su amigo había tenido tanta pasión por eso.
Seguramente estarás pensando que es otro político más con todos los contactos del mundo y que por eso está donde está, pero empezó desde abajo en la alcaldía Álvaro Obregón siendo el achichincle del achichincle, sirviendo café y ganando 3 mil pesos, obviamente esto no le alcanzaba para vivir y los fines trabajaba de cadenero en un antro, tal vez fue el culpable de no dejarme pasar al antro o de sacarme borracho unas cuantas veces. La política lo fue seduciendo y le empezó a gustar estar en contacto con la gente, su carrera fue creciendo poco a poco y se convirtió en el encargado de Comercio en Vía Pública, aquí viene el primer pastelazo pues digamos que era el “verdugo” de los comerciantes informales, pero de repente una señora le dijo que lo que hacía estaba provocando que sus hijos no tuvieran que comer porque le estaban quitando todos los ingresos y el destruir su puesto básicamente la iba a llevar a robar a la calle, esto le cayó como balde de agua fría y lo hizo volverse más sensible y empatizar con la gente.
Adrián es un guerrero incansable y la política puede ser un mundo muy sucio y difícil pero decidió jugar en las grandes ligas, se inscribió para ser diputado, de repente ¡sorpresa! le pusieron una paliza (literal) para que renunciara y así dejar el camino libre a otra candidata, obviamente eso no lo detuvo y a pesar de que no ganó aprendió a defender su lugar y no dejarse intimidar por los peces gordos. Poner límites es indispensable, es la forma con la que le decimos al mundo lo que no nos gusta, Edward T. Hall y Robert Sommer (enn el estudio del espacio personal), aseguran que los límites es un lugar donde nos sentimos emocional y físicamente protegidos. Es importante que defiendas tu lugar en el mundo como lo hizo Adrián y no dejarnos intimidar por alguien con más poder.

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