Formas de ser que son un disfraz, y disfraces que son uniformes… y es que en el fondo de nuestra alma habita un deseo constante de ser diferentes de lo que somos, de quienes somos. Esta es la mayor tragedia en el alma humana. Habría que saber que la vida no se puede vivir de otra manera que aceptando lo que significamos para nosotros mismos y para el mundo; haciendo las paces con no poder tenerlo todo, y ser conscientes de que a cambio de esta sabiduría no recibiremos ningún galardón de la vida: no habrá condecoración por sernos y sabernos. El verdadero premio es la paz que se siente cuando por fin aprendemos a estar quietos en lo incómodo, y cómodos en lo incierto.