Una noche del 88 despegó el cohete. Y nada, nada volvió a ser igual. El Apollo 11 estaba otra vez en el cielo; pero tenía un nuevo nombre: Air Jordan. La NBA por fin llegaba a la luna. Porque eso fue lo que hizo Michael, sacó al deporte de su atmosfera y lo llevó al espacio exterior. Así comenzó una nueva era. La del Space Jam. Porque Michael ya no era sólo Michael, era Jordan, MJ, un heróe capaz de salvar al universo. La silueta del humano suspendido en el aire se multiplicó en el mundo. Volar, el sueño de DaVinci, por fin era posible. Ya no era necesario tener alas, bastaban las zapatillas magicas, los tennis que desafiaban la gravedad. Pasó el tiempo y la figura no hizo más que agigantarse. Jordan se dio el lujo de irse, jugar al beisbol y regresar para el último baile. Se formó así una tribu global, una subcultura que ya no se limitaba al basquetbol, sino que hoy apela a todos los inconformistas que en algún lugar persigan la excelencia. Porque hoy la magia de Air Jordan está tambien en las Grandes Ligas y en el Golf, en la NFL y en el futbol. Ahí donde haya alguien soñando con la gloria, empecinado con ser el mejor, ahí estará su sello. Porque Jordan ya no es sólo humano, es un heroe del colectivo mundial, es como superman, batman, el conejo bugs; personajes que vuelven una y otra vez, porque todos los necesitamos. Han pasado 35 años desde aquel Juego de Estrellas en el que despegó el cohete, y Jordan sigue en el aire, elevándose, llevándonos a otra dimension, feliz cumpleaños 60 para ti Michael, gracias por invitarnos -siempre- a mirar al cielo.