Se avecina un cambio de época. El rey sabio contra el príncipe heredero. La estrella que emite sus últimos destellos contra el fulgurante cometa que llega a la galaxia. Es la disputa generacional. Es la vieja escuela contra la vanguardia. El veterano que busca el único trofeo que le hace falta contra el luminoso joven que ya lo tiene, pero quiere ser como Pelé. Messi contra Mbappé. El hechicero contra el depredador. Dos virtuosos que nacieron los astros del futbol alineados. Uno en el 87, en pleno reinado de Diego Armando Maradona; el otro llegó al mundo en el 98, el año en que Francia ganó la Copa del Mundo con Zidane. Kylian Mbappe, es el símbolo de la Francia multicultural, de madre de ascendencia argelina y padre de origen camerunés, una fuerza de la naturaleza, un portento físico atlético, que estaba listo para competir desde los 16 años. Leonel es el chico con problemas de crecimiento que se vio obligado a dejar Argentina a los 13 años, para entregarle su carrera al Barcelona. Messi en su quinto y último mundial, el más especial porque Mateo, Tiago y Ciro ya le aplauden a papá en el palco. Mbappé, con la oportunidad de sentarse en el trono y privar al genio para siempre de él. El Santo Grial en juego. Messi contra Mbappé, pase lo que pase, el campeón del mundo seguirá jugando en el Parque de los Príncipes, y el dueño de ese estadio y de ese club, es Qatar. Un triunfo total.