Son hechos, no fechas las que cambian la historia. Las que finalizan una época y dan inicio a otra. La caída del imperio romano, el Descubrimiento de América, la invención de la máquina de vapor, el alunizaje del Apolo 11, la caída del muro de Berlín; el 11 de septiembre. Y en el deporte ocurre igual. La transferencia de Babe Ruth a los Yankees; Jesse Owens destruyendo la utopía de Hitler; Jackie Robinson rompiendo la barrera del color; la irrupción de Mohamed Alí; los dices de Nadia; El DreamTeam de Barcelona 92. Y nosotros estamos viviendo una nueva era para el deporte mundial. El año 1 después de Federer y Serena, el año 1 después de Albert Pujols. Una nueva época que comenzó la noche en que Messi ganó la Copa del Mundo y la mañana en que murió Pelé. Es la era en que las marcas de lujo quieren ser parte del juego. Cristiano y Messi jugando al ajedrez sobre un maletín de Louis Vuitton, y Cristian Dior vistiendo al Paris St German de Neymar, Messi y Mbappe. Una nueva era en la que SaudiArabia se ha propuesto ser al deporte mundial lo que Las Vegas es al entretenimiento: El escenario más vanguardista que hay sobre la tierra. Cristiano Ronaldo es el nuevo residente de Ryad, tal y como Frank Sinatra y Elvis lo fueron para la ciudad del juego. Magnetos irresistibles que atraen miradas, celebridades y riquezas. Y con Cristiano en SaudiArabia también el legendario Rally Dakar y los pilotos más atrevidos del mundo, y la SuperCopa de España, un fabuloso final four con Real Madrid, Barcelona, Valencia, y Betis, la Fórmula Uno y todo lo que está por venir. Porque si Las Vegas levantó su imperio en medio de un desierto, hoy otro desierto, el de Arabia, es el faro insignia para la nueva era del deporte. Porque como te dije antes; son hechos, hazañas, osadías las que cambian la historia. Bienvenidos a una nueva era.