África reta a la historia, el mundo árabe desafía el viejo orden occidental del futbol, Marruecos, el equipo de la diáspora, se enfrenta a la fulgurante Francia, un auténtico escuadrón de operaciones especiales, los “Navy Seals” del juego, un equipo capaz de plantarse con recursos en cualquier escenario. Ante el campeón del mundo, el hechizo marroquí duró cinco minutos… Marruecos recibió el primer martillazo de un rival en todo el torneo, y el muro magrebí lo resintió. Hubo crisis, pero los Leones del Atlas apelaron a la valentía y crisparon los nervios del equipo bleu. Francia soportó embates feroces y confirmó que tiene un motor poderoso, Francia es un acorazado multipropósito capaz de triunfar en el desierto del Sahara, en la campiña inglesa o en los bosques polacos… Este modelo francés revienta a sus rivales a base de cambios de velocidad y ataques frenéticos. Y cuando más peligro corre, Mbappe enciende la motocicleta. Si ayer Messi nos regaló una obra maestra, hoy Mbappe respondió al diálogo de genios con otra que terminó Muani. Mbappe es un killler que soluciona problemas, el arma letal de este equipo de operaciones especiales. Terminó el encantamiento marroquí, pero no el orgullo, y no la hazaña. Marruecos irá el sábado por una medalla de bronce, incomensurable, para el mundo árabe y para toda África. Mientras que Croacia saldrá a despedir con gloria a Luka Modric, quien también merece esa presea. Y el domingo, Francia el inventor de la Copa, buscará su tercera corona ante el mejor Messi de la historia, un Messi sabio, maduro, y con las cicatrices suficientes como para ser impermeable a la presión. Messi en su último Mundial contra Mbappe, quien a los 23 años de edad, aspira a repetir como Campeón y ser el Pelé del siglo 21.