Dicen que nuestra voz interior es la voz de nuestra alma. Pero, con frecuencia, esta voz se vé opacada por los ruidos del exterior, por las voces que vienen y van y por nuestra voz mental, aquella que pareciera hablarnos constantemente, sin descanso.

Por lo tanto, a lo largo de esta meditación, vamos a intentar llevar nuestra atención hacia esa voz interior, aquella que sólo podemos escuchar a través de la quietud. Esto no significa que nuestra mente y no haya más pensamientos. Los pensamientos son el resultado de conexiones que suceden en nuestro cerebro y descartarlas no es posible. Pero, hay algo que sí es posible y resulta muy positivo: aprender a liberarlas tan rápido como aparecen ante nosotros, ante nosotras.