Regina es polifacética y sensible a su entorno y eso le ha llevado a moverse en diversos ámbitos profesionales, académicos o activistas. A lo largo de su trayectoria ha podido acercarse, visibilizar y atender algunas problemáticas que azotan Mérida, la ciudad que la vio nacer, sobre todo aquellas que tienen que ver con la violencia de género. Mérida es considerada ciudad de la paz, como un eslogan con tintes de cliché. Ciertamente, y en comparación con el resto de la República méxicana, la violencia no es tan visible en sus calles, aunque también eso es debatible, pero las cifras oficiales de seguridad pública indican que reina una calma que nutre el tan manoseado eslogan. Regina conoce bien las cifras, y tiene experiencia directa, sobre todo a través de casos de violencia contra las mujeres, pero también atestigua como el neoliberalismo está propiciando la venta de la península a inversores dispuestos a explotar y destripar lo que el gobierno les pone en bandeja. Frente a todo ello, afortunadamente ha crecido una reacción social que es cada vez más organizada y fuerte según nos cuenta Regina, y va cobrando relevancia en conversaciones y acciones que nacen de nuevas esperanzas cimentadas en la colaboración y la colectivización. Esa es la esperanza de Regina, que la paz accione, en colectivo, que tejamos resistencias para cultivar una sociedad que cuide la vida.