Simplemente monstruos
Por Julia R.
()
Información de este libro electrónico
Relacionado con Simplemente monstruos
Ficción general para usted
La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5EL PARAÍSO PERDIDO - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crítica de la razón pura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos para pensar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Meditaciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Si te atrevieras a quererme... Calificación: 5 de 5 estrellas5/5100 cartas suicidas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Arsène Lupin. Caballero y ladrón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Leviatán - Espanol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La llamada de Cthulhu Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mitología Maya: La sabiduría divina Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La riqueza de las naciones Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Rebelión en la Granja (Traducido) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La parábola de los talentos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fortuna Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La milla verde (The Green Mile) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Orgullo y Prejuicio Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Cómo habla un líder?: Manual de oratoria para persuadir audiencias Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Alicia en el País de las Maravillas & A través del espejo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las 95 tesis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Reto de valientes: El honor comienza en el hogar Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Grandes esperanzas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El libro de los espiritus Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La casa encantada y otros cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El mercader de Venecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Simplemente monstruos
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Simplemente monstruos - Julia R.
León
El humo del cigarro que acabo de encender me acompaña mientras escribo estas líneas. Sé que debería dejarlo, pero aquí sigo, no he cumplido la promesa que hice cuando mi iaia Aurora nos dejó. Lo tomé por imposible, supongo.
Mi alrededor es un caos, igual que el resto de la vida de este niño de cuarenta; suelo definirme así. Algunos añaden a eso «artista inquieto» y cosas así que no escapan a la verdad. A esa biografía le sumaría un «en proceso» o «aprendiz»; suele quedar bonito. Y el signo del zodiaco, con alguna frase de esas que nadie entiende.
En realidad, soy un mix entre Christian Bale, Karl Urban y los ojos de cualquier chico normal con el que te cruzas por la calle. Lo de chico normal… Igual la normalidad está sobrevalorada. De todos modos, si alguien me considera normal es porque no me ha visto cantando a gritos cualquier canción —más bien el concepto sería desafinando—. Volviendo a mí y según todo lo anterior, soy un artista inquieto en proceso, y pongamos que virgo. La frase sería: «A veces hay que pasar por cincuenta derrotas para salvarse, aunque yo creo haber pasado por alguna más». Es mía y podría prometer que es real. Por cada derrota también juraría haberme levantado, aunque mis otros yoes hubieran sido igual de desastre para acordarse del cómo. Contra todo pronóstico, ha quedado en anécdotas. y yo sigo con los pies en la misma arena y el mismo mar enfrente, perdido en el azul que siempre me invita a volver.
Cuando encuentras a personas casa, corres el riesgo de desnudarte emocionalmente y soltarte sin miedos. De abrir una puerta, pasar y quedarte. Antes de eso tienes que enfrentarte a ti, a lo que temes. Si te digo la verdad, en compañía se lleva mejor; de algún modo, os ayudáis a sobrellevar aquello que desconocéis.
Aparte de esto, también es importante que sepas permitirte estar mal si lo necesitas, llorar, mirarte al espejo e intentar comprender a la persona que se refleja en el cristal. Igual de necesario que pedir ayuda si la necesitas; al final, la salud mental es importante y no debería ser un lujo.
En mi caso, me lo he planteado alguna vez y, honestamente, daría el paso. Antes de que todo te acabe quemando cual falla en Valencia. Porque dejarse todo dentro y no soltarlo al final te lleva a explotar, a derramar lágrimas, a que todos esos monstruos aparezcan y te asusten y te llenen de pensamientos intrusivos que te crees sin tener que hacerlo. Te queda la jodida opción de intentar llevaros bien, por si no se van del todo. Aun así, es complicado enfrentarte a emociones que no conoces; te sientes perdido y nadie te da instrucciones de cómo hacerlo.
Nunca nos han enseñado a sobrellevar emociones, nos dejan en el mundo para que intentemos descifrarlas solos, sin spoiler. Y un día te ves delante del espejo con todos tus miedos y sintiéndote un desastre sin saber bien qué hacer. Es jodido, pero pasa. Así que tienes que aprender las emociones como si fueras un niño. Y eso es una aventura, creedme que lo es. De la que no conocemos el final.
Complicidad
Nos volvimos a ver después de lo de Ikea. Me reconoció, esta vez en ese pasillo entre «Romántica» y «Ciencia ficción». El ataque de risa fue instantáneo. Creo que nos quedamos en silencio un rato hasta que uno de los dos se arrancó a decir algo. Puedo prometer que los ojos que tenía delante eran tan reales como nuestro ataque de risa.
—¿Cómo tú por aquí? Parece que somos de encontrarnos en pasillos —dijo Olivia con una sonrisa gigante.
—Buscando un nuevo huésped para la estantería. Y sí, los pasillos nos persiguen, o viceversa —respondí.
—Espero que lo encuentres y llenes ese hueco en la estantería.
—¿Has encontrado tú el libro que buscabas? —pregunté.
—Sí, definitivamente sí —respondió Olivia al tiempo que mostraba el libro escogido con bastante ilusión.
—Me alegro mucho, Olivia —dije contagiado por su entusiasmo
—Gracias, bombón, digo León —respondió Olivia
—¿Siempre sonrojas a los chicos que conoces o solo a mí? —pregunté.
—Si quisiera sonrojarte no te diría eso, hay otras maneras —repuso Olivia con absoluta desvergüenza verbal.
—Claro, pequeña, claro —contesté con la misma desvergüenza.
—Bueno, nuestros caminos tienen que separarse, pero espero verte pronto, y sin un pasillo de por medio a poder ser —dijo Olivia antes de alejarse hacia la salida.
No me explico la belleza imperfecta, aunque creo que a veces sobran las palabras. Sonreía, con esa sonrisa que pone la gente cuando está feliz, mientras seguía buscando ese huésped para la estantería. Aunque, pensándolo mejor, me dejaría sorprender. Quizás en esa lista estaban unos ojos que empezaban a atraerme un poquito. Que fuera a reconocerlo, ya en otro