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Las pedagogías alternativas: Montessori, Freinet, Decroly, Steiner y otras corrientes que revolucionaron la educación
Las pedagogías alternativas: Montessori, Freinet, Decroly, Steiner y otras corrientes que revolucionaron la educación
Las pedagogías alternativas: Montessori, Freinet, Decroly, Steiner y otras corrientes que revolucionaron la educación
Libro electrónico262 páginas

Las pedagogías alternativas: Montessori, Freinet, Decroly, Steiner y otras corrientes que revolucionaron la educación

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La lectura de estas páginas permite adquirir un conocimiento sólido sobre las pedagogías Montessori, Freinet, Decroly, Steiner-Waldorf, las escuelas democráticas Sudbury, la educación en el hogar, las escuelas bosque y las ecociudadanas, tanto del contexto de sus fundadores como de la situación actual de las mismas, para que cada familia pueda tomar la mejor decisión sobre la educación de sus hijos.
IdiomaEspañol
EditorialPlataforma
Fecha de lanzamiento25 ago 2021
ISBN9788418582486
Las pedagogías alternativas: Montessori, Freinet, Decroly, Steiner y otras corrientes que revolucionaron la educación

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    Las pedagogías alternativas - Sylvain Wagnon

    1.

    La educación alternativa

    Antes que nada, definiremos las diferentes corrientes de las pedagogías alternativas por medio de aquello que las asemeja. La complejidad de un análisis de estas características radica en el hecho de que las pedagogías alternativas son una nebulosa compuesta por múltiples corrientes. Este conjunto dispar, desigual en número, con historias diferentes y finalidades divergentes, presenta un caleidoscopio de la diversidad de las pedagogías alternativas. El término «alternativa» es unificador e ilustra esta voluntad de encarnar una manera diferente de pensar la educación y de crear nuevas relaciones entre padres e hijos. Por lo tanto, nos proponemos analizar, en primer lugar, los principios unificadores y las apuestas de esta educación alternativa y, a continuación, en capítulos sucesivos, pormenorizar los rasgos específicos de cada corriente de pensamiento. El surgimiento actual de pedagogías alternativas plantea la cuestión de la encarnación misma de una alternativa. ¿Cómo se compone esta galaxia de pedagogías alternativas? ¿Cómo definimos lo que une y lo que distingue a cada una de las corrientes de pensamiento que forman parte de esta nebulosa? Estas cuestiones merecen toda nuestra atención, ya que las pedagogías alternativas no son un bloque compacto, sino más bien una multitud de pedagogías con sus características específicas y sus diferencias históricas, ideológicas y prácticas.

    1. Una cuestión de la sociedad actual

    En Europa, la creación de escuelas alternativas ha ido en aumento desde comienzos del siglo XXI. Sin embargo, debemos relativizar este impulso, ya que numéricamente los niños inscritos en organizaciones llamadas alternativas, en Francia, apenas alcanza la cantidad de unos sesenta mil. Pese a todo, el crecimiento es real, con un incremento exponencial de más del 30 % en los tres últimos años.

    Una nueva reflexión sobre el sistema educativo francés

    La comprensión de las pedagogías alternativas es el vórtice de las reflexiones sobre la escuela, la educación y el futuro de nuestra sociedad. Esta expansión se produce en un contexto particular, en el que la mirada hacia la institución escolar pública se vuelve cada vez más crítica. Y son cada vez más numerosos los protagonistas de la educación, en todos los niveles, que exteriorizan su impresión de que la enseñanza «tradicional» o clásica se encuentra desfasada con respecto a la evolución de la sociedad y el ritmo del niño. Evaluaciones internacionales como el informe PISA (Programme for International Student Assessment, o Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) destacan el éxito de modelos diferentes tipo finlandés que privilegian otras maneras de concebir la educación. Todos estos factores, de distinta naturaleza, convergen hacia una nueva reflexión acerca de la educación en su globalidad. El estudio de las pedagogías alternativas no es solo un estudio de prácticas y técnicas, sino que es también un estudio de carácter muy político, en el sentido noble del término, sobre los fines educativos. La pregunta «¿qué educación queremos?» va ligada siempre a la pregunta «¿qué tipo de sociedad queremos?». La elección de otra educación ¿acaso no equivale también a la elección de una sociedad diferente? Estas preguntas ilustran claramente la situación actual y la importancia que tienen las pedagogías alternativas para el futuro de todo el sistema educativo y el de nuestras sociedades. Por tanto, las pedagogías alternativas no pueden ser solo una moda y un movimiento marginal, sino que son, ante todo, una tendencia fundamental de nuestra sociedad.

    Nuevas aspiraciones en torno a la plena realización del individuo

    Al mismo tiempo, una parte creciente de la sociedad se interesa por lo que se denomina el «desarrollo personal» y aspira a ello. El auge de este concepto complejo y plural pone de manifiesto la voluntad de prestar cada vez mayor atención a las diferentes facetas de una individualidad, de nuestra individualidad. Esta noción implica también una redefinición, a través del prisma del bienestar y la felicidad, de nuestra propia existencia, así como de la de nuestra familia y nuestros hijos. La combinación de tales consideraciones contribuye al auge mediático de una educación diferente y de las pedagogías alternativas. Se percibe en ellas la educación como el cuestionamiento de la enseñanza clásica y de la relación tradicional entre padres e hijos. La reflexión sobre las pedagogías alternativas es, por consiguiente, una cuestión fundamentalmente actual que revela otra forma de percibir nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de nuestro planeta. La ambición de estas pedagogías alternativas es encarnar otra vía, una manera diferente de educar, de enseñar, de entender el aprendizaje, de redefinir las relaciones entre niños y adultos y, en definitiva, de pensar en nuestras sociedades. No son una moda, sino una tendencia de fondo en los sistemas educativos contemporáneos. Si no pueden dejar a nadie indiferente, es porque traslucen la evolución de nuestras sociedades y ponen en tela de juicio los sistemas educativos en su conjunto.

    El hecho de que cada vez más padres quieran una escuela diferente para sus hijos, una escuela que acepte su singularidad y el desarrollo de su personalidad, es un fenómeno social de capital importancia. Por otra parte, estas pedagogías alternativas —con la notoria excepción de la corriente Freinet— prosperan al margen de la escuela pública. Este hecho plantea la cuestión de sus relaciones con la educación pública, porque no se trata de dos mundos estancos: existen influencias recíprocas, y algunas pedagogías, como la pedagogía Montessori, van incorporando poco a poco las clases tradicionales. Al afirmar la importancia —y en ocasiones incluso la primacía— de los aprendizajes informales, las pedagogías alternativas proponen así una reflexión sobre la definición misma de la educación, y no solo del entorno escolar.

    2. Otra mirada sobre la educación y el niño

    Las pedagogías alternativas, en su crítica a la enseñanza tradicional, tienen una larga historia.

    Podemos retroceder en el tiempo hasta los humanistas del siglo XVI. Los escritos de Rabelais esbozan su concepción de una educación viva y abierta a la ciencia. Montaigne, al advertir que «un niño no es un vaso que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender», formula una práctica respetuosa con el niño.

    Las ideas de libertad, bondad infantil, confianza y vínculo con la naturaleza, desarrolladas en el siglo XVIII por Jean-Jacques Rousseau en su Emilio o De la educación, ¿no constituyen acaso otras tantas raíces de las pedagogías alternativas?

    A comienzos del siglo XX, los movimientos de nueva educación de los pedagogos Célestin Freinet, Maria Montessori, Rudolf Steiner, Ovide Decroly o Janusz Korczak reivindicaron una «revolución copernicana»: una reorganización escolar con métodos de enseñanza, una revolución educativa dentro y fuera de la escuela, a través de otra visión del niño y de relaciones educativas diferentes entre adultos y niños.

    En pocas palabras, las pedagogías alternativas del siglo XXI, tanto dentro como fuera de la escuela, y su proyecto de renovación de arriba abajo de la empresa educativa escolar tradicional transmisiva son un hecho histórico de larga data.

    Los principios unificadores de las diferentes pedagogías alternativas

    ¿Cuáles son los principios unificadores de esta educación alternativa surgida de las pedagogías de nueva educación a principios del siglo XX?

    La decisión de privilegiar la educación por encima de la instrucción constituye el objeto de un largo debate. Preferir la transmisión de valores a la transmisión únicamente de conocimientos es una opción importante. Se trata, pues, de elaborar un sistema de valores que vaya más allá del saber leer, escribir y contar. Esta primacía de la educación requiere, en primer lugar, de una nueva mirada sobre el niño, que preste atención a todas sus facetas. Los pedagogos de nueva educación ya hablaban de una educación integral, es decir, una educación que no solo toma en consideración el intelecto, sino también el cuerpo, lo mental y, por tanto, las emociones del niño. Esta aceptación del niño en su totalidad exige que el educador no pierda de vista al niño para conocerlo mejor.

    La escuela para la vida y por la vida

    Tomar como punto de partida los intereses profundos del niño no se contradice con la realización del aprendizaje y la progresividad de los conocimientos y las competencias adquiridos. Se trata de tener en cuenta la naturaleza y el ritmo propios del niño, y el objetivo declarado por los pedagogos de nueva educación es cohesionar la educación y la vida. El pedagogo Decroly habla de «escuela para la vida y por la vida». Esta nueva educación se impone el deber de centrarse en el niño, no en los saberes ni en el maestro.

    Un segundo principio unificador es la nueva mirada que dirigen a los niños, la consideración efectiva de su singularidad. Para los pedagogos de educaciones alternativas, el niño no es un adulto en miniatura, sino que tenemos que dejarle vivir su vida de niño. Para ello, es necesario que se respeten sus intereses y necesidades. La creación de interés en el niño es una de las principales problemáticas para los pedagogos de la nueva educación, y todas sus prácticas están condicionadas por este principio. La crítica que se dirige a la enseñanza tradicional, tanto ayer como hoy, es que organiza el tiempo y el espacio con programas, materias escolares segmentadas y compartimentadas, lecciones, deberes y ejercicios que no tienen suficientemente en cuenta las necesidades y el ritmo del niño.

    Luego, la idea de desarrollar la autonomía del niño no es exclusiva de las pedagogías nuevas y alternativas. La autonomía presupone un cierto autocontrol y se funda sobre una base consentida libremente y no impuesta. Quizás lo más característico de las pedagogías alternativas sea el diferente papel otorgado al educador, que es, en esta perspectiva, quien ayuda al niño a progresar y lo acompaña en el proceso. Esta autonomía progresiva, merced a actividades específicas que se hacen cargo de las facultades creativas del niño, sus capacidades manuales e intelectuales, le permite descubrir su papel personal y su función dentro de un grupo.

    Estos puntos de vista sobre la educación ponen de manifiesto una oposición hacia una enseñanza coercitiva y puramente transmisiva. Estos pocos principios no se hacen posibles sino mediante el desarrollo de una relación pedagógica diferente entre el adulto y el niño, y la creación de una atmósfera recíproca de optimismo y confianza.

    Repensar la forma escolar

    A través del cuestionamiento de la forma escolar, las pedagogías alternativas no solo critican la organización espacial, temporal e intelectual de la escuela, sino también las propias finalidades de la educación. Esta «revolución copernicana» pensada por los nuevos pedagogos representa, por tanto, mucho más que una revolución en las relaciones pedagógicas profesor-alumno: es una nueva forma de concebir la educación. La crítica de la forma escolar supera con creces la crítica del aula y su organización. En realidad, se dirige contra la naturaleza de los saberes impartidos, las formas de las relaciones sociales y, por consiguiente, el poder y la dominación que pueden darse en el marco de cualquier institución, y concretamente aquí de la institución escolar.

    Las propuestas de las nuevas pedagogías de comienzos del siglo XX se basaban en una crítica radical del sistema vigente, esa «escuela cuartel» que no tenía en cuenta al individuo. La crítica de la forma escolar se redobló con una crítica de las finalidades educativas: ¿la escuela está hecha para formar a un futuro ciudadano, a un futuro trabajador, o para contribuir a la realización personal? El bienestar del niño está ligado, para las pedagogías nuevas y alternativas, a la definición de una educación integral que se plantea como objetivo una armonía entre el cuerpo y la mente. La elaboración de centros de interés para los aprendizajes era y es parte integrante en la búsqueda del bienestar del niño a través del respeto a sus necesidades e intereses.

    La benevolencia y la empatía participan en la noción de un nuevo «clima escolar» al reforzar la motivación y las habilidades de los alumnos. La mayoría de los sistemas educativos que más destacan en las clasificaciones internacionales del tipo PISA son los que se sirven de la actitud empática y el enfoque benévolo en sus docencias. Estos elementos, que son las condiciones básicas para lograr una auténtica transformación educativa, ilustran la importancia de la calidad de la relación pedagógica entre el educador y el alumno.

    3. El placer de aprender

    Una educación diferente implica tener en cuenta el ritmo del niño, sus necesidades e intereses, una relación pedagógica diferente y una definición del niño en su totalidad, no solo del escolar. Este placer de aprender es una ambición asumida por las pedagogías alternativas.

    Repensar la manera de enseñar

    Esta nueva relación pedagógica se basa en la ambición de repensar la educación y la necesidad de suprimir las compartimentaciones entre los conocimientos y las disciplinas escolares para extender la reflexión a múltiples aspectos. Para las pedagogías alternativas, el pensamiento no es puramente literario, matemático, histórico o geográfico, y la comprensión de un fenómeno exige la movilización de todas las metodologías disciplinarias. Este enfoque global pone en tela de juicio la jerarquía entre las disciplinas escolares y revaloriza una educación que promueva la creatividad, el afecto, lo corporal, lo manual y lo intelectual, sin jerarquizaciones, al servicio de una formación que dé sentido a los aprendizajes. Semejante ambición se traduce en las prácticas con la voluntad de hacer que el niño actúe, experimente, manipule, observe y ensaye para aprender. Todas estas ideas y planteamientos deberán realizarse en un clima de confianza y ayuda mutua, y con una organización lo más democrática posible. La confianza en el niño favorece el desarrollo de la autonomía y la responsabilidad de cada uno. Supone una manera diferente de aprender, enseñar y concebir la sociedad incipiente.

    Una actitud benévola y positiva

    Las pedagogías alternativas implican una nueva actitud hacia lo enseñado y, por tanto, una nueva forma de enseñar. En la medida en que la relación pedagógica no se define únicamente por la transmisión de un saber procedente del adulto, el papel del educador adquiere una mayor importancia en estas pedagogías. En ellas, la función del educador es, por esta misma razón, múltiple: por un lado, debe conocer a sus alumnos lo mejor posible, mediante una observación objetiva, escrupulosa y permanente, en su complejidad y su singularidad; y por otro, debe también servirles de orientación, con respeto y confianza, con hechos y no con palabras, para adecuarse a la idea de que «una persona vale por lo que hace, no por lo que sabe». Por consiguiente, el educador tiene que estar presente en cada etapa del aprendizaje, pero no como un mero transmisor de conocimientos, sino más bien como un «despertador». Mediante las actividades que propone, crea una relación pedagógica propicia al aprendizaje. El niño debe situarse en un entorno vivo (con plantas y animales), y la clase no solo convertirse en un taller donde realizar numerosas actividades, sino también en un lugar de apertura al exterior, donde puedan multiplicarse las experiencias mediante visitas a monumentos o empresas.

    Despertar y movilizar la actividad

    No un maestro que hable mientras los niños escuchan, sino una estrecha colaboración en la que el niño aprenda a actuar; pocas palabras, muchos hechos. El maestro muestra, hace que el niño observe en vivo, analice, manipule, experimente, confeccione y coleccione.

    OVIDE DECROLY,

    Le programme d’une école dans la vie, 1908

    El hecho de ser educador en una escuela alternativa implica aceptar una nueva manera de entender la propia profesión, y conlleva también regirse por los principios y los valores de una pedagogía específica, o simplemente diferente de la enseñanza clásica, para compartir prácticas educativas diferentes.

    El educador es al mismo tiempo un ser global, un entrenador, un despertador y el miembro de un equipo.

    El educador es un «ser global». Significa que el educador es un ser humano con opiniones, intereses y pasiones que puede compartir con el grupo. La alegría y el placer son vectores de aprendizaje que han de tenerse en cuenta. De este modo, las actividades escolares pueden desarrollarse a partir de los intereses de los educadores y las pasiones que les gustaría contagiar y compartir para que los niños puedan apropiarse de ellas. Representa una gran oportunidad para que los niños puedan percibir que el adulto no se limita a una función, a una postura, sino que puede también apasionarse por algo.

    El educador es un «entrenador» y no un simple emisor de saberes frente a alumnos receptores pasivos. El educador se presenta como un «despertador» que estimula la curiosidad y el interés. Multiplica los momentos en que observa al niño con el fin de conocerlo, reconocerlo en su personalidad y, al mismo tiempo, convertir la clase en una verdadera comunidad infantil. Se trata de un trabajo continuo que se inicia en el jardín de infancia, estimulando la ayuda mutua y los intercambios entre clases y edades, y no exacerbando una competición que de todos modos existe.

    El educador es «miembro de un equipo». No está solo, participa con todo el equipo en las reuniones, encuentros formales e informales, que permiten tanto dar respuesta a todas las cuestiones relacionadas con la vida cotidiana de la escuela como llevar a cabo una reflexión pedagógica común. Esta última es una garantía de coherencia dentro de las escuelas, y persigue una adecuación constante entre los principios, las prácticas efectuadas y la realidad del momento. El trabajo en equipo se impone como una necesidad. Cualquier educador de una escuela alternativa considera que lo más precioso es poder trabajar en binomio o en pequeños grupos con niños eventualmente alejados de su «zona de confort» o su nivel de clase. En estas circunstancias variopintas, cada adulto tiene su propia manera de reaccionar y aportar un complemento. Esto genera necesariamente una riqueza de comunicaciones e intercambio de pareceres, así como un posicionamiento diferente en relación con el saber y una forma distinta de entender la evolución de los niños.

    Esta concepción del educador requiere asimismo una nueva relación con los padres, que son parte integrante de la educación y el aprendizaje de los niños. Los padres que han optado por una escuela diferente se sienten necesariamente más involucrados y partícipes. Aunque el ingreso en la escuela suponga su adhesión a los principios fundamentales de la pedagogía elegida, es legítimo que puedan disponer de un espacio para plantear sus preguntas. La escuela no es un santuario, y los padres tienen derecho a participar activamente en todo lo que ocurre en ella: tomar parte en las actividades organizadas por la asociación de padres, asistir a las reuniones, dirigir talleres con los alumnos, etcétera. Esta forma de implicar a los

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