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Reinventa las reglas: Una guía de anti-autoayuda sobre el amor, el sexo y las relaciones
Reinventa las reglas: Una guía de anti-autoayuda sobre el amor, el sexo y las relaciones
Reinventa las reglas: Una guía de anti-autoayuda sobre el amor, el sexo y las relaciones
Libro electrónico535 páginas7 horas

Reinventa las reglas: Una guía de anti-autoayuda sobre el amor, el sexo y las relaciones

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Información de este libro electrónico

Vivimos en tiempos de incertidumbre para las relaciones. Buscamos nuestra Media Naranja pero seguimos en perpetua insatisfacción porque nadie puede estar a la altura de ese mito romántico. Anhelamos una historia para toda la vida, pero tememos que coarte nuestra libertad.
Reinventa las reglas es una guía fácil para navegar los complicados (y a veces contradictorios) consejos que recibimos socialmente sobre sexo y género, monogamia y conflicto, rupturas y compromiso. Nos ayuda a cuestionar las reglas del amor, como: ¿cuáles elegir de todas las que tenemos a nuestra disposición? ¿Qué sucede cuando las que seguimos parecen empeorar las cosas en lugar de mejorarlas?
Esta valiosa guía explica de forma amena cómo las reglas están siendo "reinventadas" para poder vivir una vida más plena: por ejemplo, con relaciones casi-monógamas y poliamorosas, con nuevas formas de entender el sexo y el género, y nuevas ideas para manejar el compromiso así como las rupturas, para darte la posibilidad de encontrar el enfoque que mejor se adapte a tu situación.
IdiomaEspañol
EditorialMelusina
Fecha de lanzamiento5 jun 2020
ISBN9788415373964
Reinventa las reglas: Una guía de anti-autoayuda sobre el amor, el sexo y las relaciones

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    Reinventa las reglas - Meg-John Barker

    Conclusión

    Prólogo a la segunda edición Reescribir Reinventa las reglas

    Te doy la bienvenida a la segunda edición de Reinventa las reglas. Antes de comenzar propiamente con el libro, quiero hablar un poco sobre los cambios que ha habido desde la primera edición, y qué significan para mí. Si es la primera vez que lees Reinventa las reglas, si quieres, no dudes en pasar al capítulo 1 y ponerte manos a la obra. Si quieres saber qué cambios he hecho, o mi relación personal con este libro, sigue leyendo.

    La primera edición de Reinventa las reglas se publicó en 2013. Fue el colofón de la década previa de mi vida. Durante ese tiempo investigué desde la academia a comunidades que estaban encontrando nuevas formas de poner en práctica el amor, el sexo y el género¹ al mismo tiempo que exploraba esas opciones en mi propia vida. Siempre había querido escribir un libro de (anti-)² autoayuda que reuniese todo lo que había aprendido. Encontré el título Reinventa las reglas en 2003, y boceté los títulos y esquemas de los capítulos durante los años siguientes. No fue hasta 2009 cuando tuve el valor suficiente para sentarme y escribir el libro. Incluso después de eso, me costó años encontrar una editorial para su publicación (gracias, Routledge).

    Reinventa las reglas fue un libro que me costó publicar. Era la primera vez que salía de mi zona de confort, que hasta ese momento habían sido los textos académicos, para escribir para el público general. Siempre había pensado que ahí yo podría encajar mejor —que incluso podría ser mi trabajo principal—, así que había mucho en juego.

    Además de eso, había tenido una experiencia aterradora unos años antes cuando mi trabajo fue citado en los medios de comunicación sin poder tener ningún control sobre ello. Temía que sucediera de nuevo algo parecido al publicar Reinventa las reglas. En 2005, di una charla sobre el lenguaje del poliamor en un congreso de psicología (ver capítulo 6). Como sucede siempre en esas charlas, mencioné que, además de estudiarlas, yo mantenía ese tipo de relaciones. Cuando los medios de comunicación asistentes al congreso me preguntaron sobre mi trabajo y me hicieron una foto, imaginé que aparecería un breve resumen de mi investigación —junto a las de otras personas— en un par de diarios. En lugar de eso, los artículos sobre mi trabajo y también mi vida privada ocuparon una parte significativa de las primeras páginas de la mayoría de diarios nacionales —y algunos internacionales— tanto el lunes como el fin de semana siguiente. ¡Si el Papa no se hubiese muerto esa semana, no quiero imaginar lo terrible que podía haber sido! Para que te hagas una idea, el titular de The Sun fue friki bisexual: soy un putón; un columnista de uno de los diarios de la prensa seria me regaló una sesión de psicoanálisis en el número del fin de semana a pesar de no haberme conocido nunca; otro me acusó de quitarle toda la gracia a la infidelidad y de haber decepcionado a mi familia.

    La experiencia de ver cómo me habían reflejado —y distorsionado— en los medios fue aterradora y vergonzosa, especialmente cuando se acompaña de periodistas intentando localizar a tus exparejas, colegas diciendo que ya no saben cómo dirigirse a ti, declaraciones de que puedes perder tu trabajo por haber «desprestigiado a tu institución» y que lo que ha sucedido te va a marcar de por vida. La experiencia afectó a mi salud mental, a mi seguridad personal y a mis relaciones.

    Espero que esto explique por qué publicar Reinventa las reglas me parecía tan arriesgado. Había aprendido mucho de esa experiencia, por lo que esta vez me aseguré de que mi universidad —que ahora me apoya totalmente— supiera qué estaba pasando, preparé a mis amistades y colegas todo lo posible, y me dediqué mucho autocuidado (ver capítulo 10). Me estaba preparando para titulares como: ¡friki bisexual ataca de nuevo! Afortunadamente, la experiencia fue completamente diferente, lo que parecía sugerir que quizá el mundo —y los medios de comunicación— habían superado su visión sensacionalista de la no monogamia, o más cínicamente, que yo ya no era tan joven ni tenía un atractivo lo suficientemente convencional como para atraer ese tipo de atención. Reinventa las reglas recibió varias reseñas muy amables, recomendándolo frente a un par de libros publicados en torno a las mismas fechas en los que se sugería que la manera correcta de tener relaciones hoy en día era ser infiel a escondidas.³

    Recuerdo haberme concentrado tanto en publicar Reinventa las reglas que casi ni había imaginado cómo sería mi vida después. Incluso albergaba miedos profundos de no vivir lo suficiente para ver el libro publicado. Por suerte, sobreviví no solo hasta entonces, sino que estoy publicando una segunda edición. He tenido la oportunidad de escribir y co-escribir varios libros más de (anti-) autoayuda para desarrollar las ideas de muchos de los capítulos del libro, y espero escribir muchos más —en formato libro y en formato cómic— en el futuro.

    El concepto de un libro de (anti-) autoayuda que se centra en los problemas de los mensajes culturales, en lugar de los individuos, era bastante innovador en 2013, lo que quizá explica la reticencia de muchas editoriales a arriesgarse con Reinventa las reglas. De todos modos, ahora parece que hay demanda de este tipo de libros. Por ejemplo, uno de mis últimos libros favoritos sobre el amor —What Love Is, And What It Could Be de Carrie Jenkins— tiene mucho que decir sobre mensajes culturales más generales, y Carrie incluso describe su libro como un libro de autoayuda para la cultura más que para los individuos (ver capítulo 3).

    Cuando volví a leer la primera edición de este libro para prepararme para trabajar en la segunda, me chocó cuánto había estado escribiendo sobre mí cuando escribía Reinventa las reglas. Cada capítulo reflejaba cómo quería relacionarme conmigo y con otras personas, aunque, en aquel momento, a menudo no estaba nada cerca de haber llegado a ese punto. Resulta enternecedor darse cuenta de que me voy acercando cada día más, aunque sigue sin ser fácil salirse de todos los cubos de cangrejos (ver capítulo 10).

    Escribir la segunda edición ha supuesto una experiencia profunda debido al diálogo con mi propia versión anterior, por darme cuenta de nuestra fluidez y de cómo cambiamos continuamente, como comentaré en el capítulo 2. Espero haber conseguido un equilibrio aceptable entre mantener lo más valorado por quienes leyeron la primera edición y hacer del libro una lectura más accesible y atractiva, incluyendo lo que he aprendido desde entonces. En muchos sentidos, esta segunda edición ha sido un proyecto más colaborativo que un libro escrito por una sola persona, incluso más ahora que mi nombre e identidad de género han cambiado desde la primera edición (ver capítulo 5). Quería mantener parte de la voz de Meg Barker cuando la entremezclaba con las ideas y el estilo de Meg-John Barker.

    Quizá la razón principal para escribir una segunda edición es que el mundo también ha cambiado mucho en los temas abordados por el libro, aunque solo hayan pasado cinco años. Hemos visto la legalización del matrimonio igualitario, un punto de inflexión en las cuestiones de las personas trans, la proliferación de apps para ligar y para todo tipo de relaciones, y una explosión de terminología para las diversas formas de llevar a la práctica —y vivir— el género, el amor y el sexo. Al mismo tiempo, se ha desatado una inmensa reacción en contra de todo eso, y una tendencia a la intolerancia de la diferencia, adherencia estricta a los roles de género y la aplicación de leyes y denuncias homófobas, bífobas y tránsfobas. A quienes transgreden las normas convencionales del amor, sexo y género se les ha etiquetado como snowflakes o «generación copo de nieve» y se les ha acusado de «corrección política pasada de vueltas» o de obstaculizar la libertad de expresión. Más bien al contrario: la cultura mainstream es todavía más individualista respecto a nuestros problemas de lo que lo era en 2013, aunque también hay, entre las personas más jóvenes, una concienciación mucho mayor de las críticas al neoliberalismo y las desigualdades estructurales a través de revistas para adolescentes, redes sociales, vídeos y podcasts abriendo camino en estos terrenos. Quería asegurarme de que esta segunda edición incluía todo eso.

    En lo personal también he aprendido muchas cosas que he incluido en esta segunda edición. Quizá la principal ha sido entender cómo construimos patrones de relación basándonos en mensajes culturales más generales, combinados con las lecciones que hemos aprendido sobre quiénes somos y cómo somos en nuestras familias de origen y nuestras experiencias sobre la amistad y las relaciones según crecemos. Concentrarme en la cultura mayoritaria en la primera edición a veces me impidió ver cómo el trauma intergeneracional y la vergüenza en la infancia también resultan claves para entender cómo aprendemos a relacionarnos con nuestro propio yo y con otras personas. Probablemente entonces me daba miedo mirar desde demasiado cerca esas cosas en mi propia vida. Espero que esta edición alcance un mejor equilibrio, y te ofrezca recursos si quieres explorar esas cosas.

    Antes de embarcarme en la segunda edición, también hice una encuesta para recibir feedback de personas que habían leído Reinventa las reglas. Quería que fuera más útil para quien lo leyera. En términos de contenidos, la petición que más me chocó fue incluir más interseccionalidad. Releyendo la primera edición, me sorprendió lo blanco que era el libro, tanto en los ejemplos utilizados como de quién eran las ideas en las que me inspiraba. Desde 2013, la mayoría de libros y trabajos académicos que he leído han sido feministas y budistas. Aunque sé que me queda mucho por leer y aprender en ese terreno, espero que se note en la segunda edición, y que un público más amplio pueda ver reflejadas sus experiencias en el libro.

    El otro cambio que quería la gente era que fuese más accesible e interactivo, por lo que he reducido el lenguaje académico e incluido muchos epígrafes, pausas para reflexionar, sugerencias y citas para dividir el texto. También he respondido a la petición de incluir más dibujos míos. Espero que te gusten.

    agradecimientos de la segunda edición

    Como dije en la primera edición, un libro nunca es realmente el trabajo de una sola persona. Más bien, la persona nombrada en la cubierta del libro es el punto de conexión entre las ideas de varias personas y quien las está leyendo.

    Muchas personas han contribuido a este libro con su propio trabajo, compartiendo sus reflexiones y conversaciones y, simplemente, siendo quienes son. Me gustaría agradecérselo a algunas de ellas.

    Tres personas en particular han colaborado en mi cambio de mentalidad de forma que la segunda edición sea mejor libro —en mi opinión— que el primero. La primera es Hannah Darvill, cuyo entusiasmo infinito me dio la confianza necesaria para volver a Reinventa las reglas, y me enseñó tanto en nuestras numerosas sesiones maratonianas sobre relaciones. La segunda es Alex Iantaffi —mi maravilloso coautor y querido amigo— que me ayudó especialmente a pensar todo desde la interseccionalidad. La tercera es Justin Hancock —colega cercano y también «eminente profesional de la sexología»— cuya colaboración me ha permitido ir más allá, profundizar en mis reflexiones y hacer mis textos más atractivos.

    Me gustaría dar las gracias a más autoras y autores —actuales y del pasado— que me han influido. En particular, para la segunda edición esa lista debe incluir a bell hooks, Pema Chödrön, Harriet Lerner, Hal y Sidra Stone, Ros Gill, Laura Harvey, Sara Ahmed, Audre Lorde, Gayle Rubin, John Welwood, Stephanie Davis, Carrie Jenkins, Reni Eddo-Lodge, H Howitt y CN Lester.

    Gratitud inmensa a todos mis maravillosos amores —humanos y no humanos—, especialmente al grupo nbsp, Ed Lord, al gato Barney, Bee y Jess, Jake Yearsley, al grupo de Pink Therapy (especialmente Clare Staunton por su amable acogida), a quienes han asistido a los congresos de nmci, mi lugar preferido junto al río, y mis yoes que he rechazado: ¡cuántas veces resurgís! También necesito dar las gracias a todas las personas con quienes he tenido relaciones complicadas a lo largo de muchos años; quizá sea una de las formas de intimidad más profundas y menos valoradas. Es de esas personas de quienes más he aprendido, con un mayor coste, y os debo agradecimiento eterno por eso: sabéis quienes sois.

    Gracias a quienes trabajan en Routledge, especialmente a mi editora Joanne Forshaw, por creer en este libro y hacer posible una segunda edición. Gracias también a mis colegas de Open University por su continuo apoyo a mi trabajo, ¡por muy extraño que le parezca a la academia «auténtica»!

    Como siempre, gracias a mis clientes, miembros de mi comunidad, activistas y estudiantes que han trabajado conmigo estos años, por tener el coraje suficiente para sincerarse y hacer preguntas tan complicadas (son las mejores). Es sobre todo en la sala de consulta, en espacios de trabajo y en clase donde más se han cuestionado mis propias creencias y donde me he visto en la obligación de tener que seguir preguntándome cómo funcionan esas ideas en la vida real. No puedo nombrar a todo el mundo, pero espero que veáis cómo habéis dado forma a este libro. Os aprecio especialmente a quienes le habéis dedicado tiempo a responder la encuesta sobre feedback. Espero haberos hecho justicia con los cambios realizados.

    Finalmente, gracias a ti, que me estás leyendo, por hacer posible este libro, y por tu valentía y apertura a acompañarme en este viaje para reinventar las reglas.

    1. Especialmente comunidades de sexualidad no convencional, no monogamia y bisexuales. Se puede encontrar esta investigación académica en las siguientes publicaciones:

    Langdridge, D., y Barker, M. (Eds.) (2007). Safe, sane and consensual: Contemporary perspectives on sadomasochism. Palgrave Macmillan.

    Barker, M., y Langdridge, D. (Eds.) (2010). Understanding non-monogamies. Routledge.

    Barker, M., Richards, C., Jones, R., Bowes-Catton, H. y Plowman, T. (2012). The bisexuality report: Bisexual inclusion in LGBT equality and diversity. The Open University, Centre for Citizenship, Identity and Governance.

    2. Ver capítulo 1 para leer más sobre el significado de esto.

    3. Por ejemplo: Jeffries, S. (2012). «The sex issue: Is monogamy dead». The Guardian, 10 de noviembre de 2012; y Moore, A. (2012). «Modern love: The rise of monogamish couples». The Times Weekend, 5 de mayo de 2012.

    1 Reinventa las reglas

    Fig. 1.1. Reglas contradictorias.

    la incertidumbre y las normas

    Estamos en un momento de incertidumbre en las relaciones. Nunca han existido más consejos sobre a quién y cómo amar. Las apps para ligar nos prometen que encontraremos a nuestra media naranja. En los consultorios sentimentales valoran cada ruptura y reconciliación de cada celebridad. Los reality shows ofrecen consejos sobre cómo arreglar tu relación. Las canciones pop nos cuentan cómo sentirnos cuando nos enamoramos y nos desenamoramos. Los anuncios de prensa nos inundan con imágenes de parejas felices que en cierto sentido «han encontrado la clave», mientras desayunan o conducen su coche. Se nos bombardea a diario con normas sobre las relaciones: quién ser para conseguir y conservar a alguien, qué desear y esperar de alguien y cómo saber cuándo ya no funciona. Al mismo tiempo, las normas que recibimos sobre las relaciones se han vuelto cada vez más confusas y contradictorias, como puedes ver en la ilustración al comienzo de este capítulo. Todo —desde formularios oficiales a los periódicos digitales en internet— parece intentar definirnos por nuestras relaciones, pero cada vez está menos claro a qué nos referimos con «relaciones». Si dijéramos la verdad, quizá todo el mundo marcaría la casilla de «es complicado».

    Así que nos rodea la incertidumbre, y es aterrador porque es el lugar con más posibilidades de causarnos dolor y sufrimiento, así como placer y satisfacción. Nos dicen: hazlo bien y podrás conseguir la máxima felicidad para siempre; la seguridad de que te vean tal cual eres y te quieran por serlo; la seguridad de la entrega absoluta, de tener todas tus necesidades y deseos cubiertos. Equivócate, y en su lugar, te verán como realmente eres, con tus carencias. Puede que nos enfrentemos a un rechazo tras otro cada vez más angustioso que el anterior. Nos pueden herir y —quizá peor todavía— nos damos cuenta de que podemos herir a otras personas.

    No es de extrañar que busquemos normas para hacerlo bien.

    ¿Cómo hemos llegado a este punto?

    La historia y la sociología señalan varios cambios que han alterado nuestra percepción y forma de experimentar el amor.¹ Una mayor igualdad de género y una mayor aceptación del hecho de que las relaciones pueden darse entre personas del mismo género significa que las relaciones, hoy en día, están compuestas por personas independientes con sus propios sueños y objetivos.² Tenemos un fuerte sentido de la identidad individual y un fuerte deseo de satisfacción personal.

    Sin embargo, al mismo tiempo concebimos las relaciones románticas como la máxima fuente de validación, significado y sensación de pertenencia, quizá por el declive de la fe religiosa y las comunidades locales, y la inseguridad e inestabilidad a la que nos enfrentamos en el mundo laboral. El amor es la nueva religión.³

    Esta situación agrava una tensión existencial previa cuando estamos en una relación con otra persona: somos dos personas diferentes y al mismo tiempo estamos juntas en la relación; somos a la vez una persona y una relación. Las personas quieren tener relaciones satisfactorias, gratificantes, en las que todas sus necesidades estén cubiertas simultáneamente, y a la vez quieren ser libres para perseguir sus objetivos y escribir la historia de su propia vida.⁴ Veo esto continuamente en películas y programas de televisión en los que los personajes intentan encontrar un equilibrio entre su relación con su trabajo, amistades o pasiones. En terapia se compara esa tensión a frotar tu barriga y dar palmadas en tu cabeza simultáneamente.⁵ Inténtalo, ¡no es fácil!

    Numerosos ensayos indican que estos cambios culturales son el motivo por el que las relaciones se encuentran en una situación tan precaria en este momento. Aproximadamente la mitad de los matrimonios termina en divorcio⁶ y al menos una cuarta parte de las personas casadas tiene una aventura en algún momento. Los índices de rupturas e infidelidades entre quienes no se han casado son aún más altos.⁷ Y aproximadamente una de cada tres personas vive sola.⁸

    Cosas que se daban por sentadas ahora tienen que ser meditadas y negociadas entre los miembros de las relaciones: ¿en qué momento tener citas se convierte en una relación? ¿Hasta qué punto deberían estar entrelazadas o separadas nuestras vidas? ¿Convivimos? ¿Dormimos en la misma cama? ¿Tenemos descendencia? ¿Qué trabajo tiene prioridad: el que da más ingresos o el que se disfruta más? ¿Debemos seguir teniendo amistad con nuestras exparejas? ¿Qué cuenta como infidelidad? Como dicen los autores de un libro acertadamente titulado The Normal Chaos of Love (el caos normal del amor), «el amor se ha convertido en un espacio en blanco que debe ser rellenado por los propios amantes».

    Desafortunadamente, con lo necesaria que resulta la comunicación cuando se rellena ese espacio en blanco, en general la gente no recibe una buena educación sobre cómo comunicarse en sus relaciones. Se asume que surgirá de forma natural y, si no es así, es porque nos pasa algo malo. Quizá por eso hay semejante demanda de libros y programas de televisión sobre cómo manejar las relaciones. Pero, por desgracia, en lugar de aclarar las cosas contribuyen a la confusión. Uno de los principales objetivos de este libro es demostrar que es comprensible, normal y —de hecho— sensato no tener las cosas claras sobre las relaciones.

    Aprender las reglas

    Una idea fundamental de este libro es que, cuando nos enfrentamos a altos niveles de incertidumbre, tendemos a agarrarnos a algo para sentir seguridad y nos aferramos a ello con fuerza.¹⁰ En el caso de las relaciones, a lo que nos aferramos es a unas reglas.

    Solemos recurrir con frecuencia a viejas reglas que nos resultan familiares, incluso cuando no han funcionado especialmente bien en el pasado, o cuando no resultan aplicables a nuestra situación presente. Por lo menos las conocemos, y eso nos da seguridad cuando las cosas son tan inciertas. La ruta alternativa que ahora tomamos la mayoría es aplicar nuevas reglas para nuestras relaciones: bien en la comunidad bien por nuestra cuenta. De todos modos, hay una tendencia a aferrarse a esas nuevas reglas con tanta fuerza como a las antiguas; a veces incluso más, porque es duro estar fuera de lo que hace la mayoría.

    Ambos caminos —adherirse a las reglas existentes, aferrarse a las nuevas— conllevan más sufrimiento, no menos. En lugar de mejorar las cosas, las suelen empeorar.

    Viejas reglas

    Adherirse a las reglas existentes ha creado una cultura que considera más importante ser «normal» que casi cualquier otra cosa.¹¹

    Cada cual tiene una idea mental de lo que es una relación normal, del mismo modo que la mayoría esbozamos prácticamente lo mismo cuando nos piden que dibujemos una casa.¹² Prueba a hacer aquí un dibujo sencillo de una casa y de una relación.

    Fig. 1.2. Una casa y una relación.

    Del mismo modo que casi nadie vive en nada que se parezca remotamente a esa casa, ninguna de nuestras relaciones se parece a nuestra idea de normalidad. No obstante, hemos absorbido inconscientemente esas reglas sobre qué se considera normal porque son como el aire que respiramos. Resulta imposible escapar de ellas.

    Por eso intentamos desesperadamente ser más normales, temiendo que la gente se dé cuenta de que no lo somos, y nos sentimos culpables cuando no somos capaces. En terapia se comprueba cómo las personas están más preocupadas por tener una vida sexual normal —signifique lo que signifique eso— que por encontrar lo que les excita y llevarlo a la práctica. Muchas personas se preocupan más de tener y mantener una apariencia normal que de que su cuerpo esté a gusto. Y la gente se suele preocupar por tener una relación normal que encaje en todo lo que se espera de una relación. La presión para ser normal limita a la gente y la lleva a estar monitorizándose a sí misma —y a otras— buscando cualquier señal que indique que no lo es.

    Nuevas reglas

    Pero, ¿y qué sucede con quienes nos salimos de las reglas existentes, sea porque así lo decidimos o porque no hay otra opción posible?

    Las nuevas reglas se han ampliado desde que publiqué la primera edición de este libro. Por aquel entonces muchas personas mantenían relaciones, sexualidades y géneros fuera de la «norma», por supuesto. Pero recientemente hemos visto mucha más conciencia de ello, ligado a una explosión de terminología para las diferentes formas de experimentar el sexo, el género y el amor.

    En la actualidad, más del cuarenta por ciento de jóvenes se sitúa en algún punto entre «exclusivamente heterosexual» y «exclusivamente homosexual», y hay una inmensa proliferación de términos para describir diferentes sexualidades y asexualidades (pansexual, gris-sexual, skoliosexual, etc).¹³ Facebook ofrece más de setenta palabras diferentes para que cada cual pueda describir su género, incluyendo muchas que van más allá del binarismo hombre/mujer (agénero, género fluido, demiboy, etc). Del mismo modo, existe una floreciente variedad de términos para diferentes clases de relaciones románticas y arrománticas (casi-monogamia, polisoltería o solo-poly, queer-platónica, etc.). Entraremos a fondo en todo ello en los capítulos 4, 5 y 6.

    Personalmente, he encontrado esos cambios —y las conversaciones en torno a ellos— increíblemente útiles para mi propia comprensión del amor, del sexo y del género. Pero también ha habido una inmensa reacción contra los «snowflakes millennials» y las políticas identitarias de la «generación Tumblr», que da la sensación de que quienes se aferran a las viejas reglas consideran las nuevas como una amenaza. En una atmósfera tóxica como esta, resulta fácil que la gente se aferre con todas sus fuerzas a las nuevas reglas que han propuesto. Y quizá también insisten con la misma fuerza en que su manera de hacer las cosas es la única posible, vigilan vehementemente los límites en torno a su identidad o estigmatizan públicamente a quienes les cuesta seguir el ritmo, o a quienes viven las cosas de forma diferente. Volveremos a estos asuntos cuando hablemos del cubo de cangrejos de Terry Pratchett en el capítulo final de este libro.

    Conmigo o contra mí

    La situación de unas reglas viejas contra unas nuevas crea la dicotomía de «conmigo o contra mí»: «conmigo» están las personas normales que desean tener relaciones normales y «contra mí» está la gente extraña que hace cosas raras, antinaturales o equivocadas. En esas situaciones, a quienes están «contra mí» como mínimo se les ridiculiza, y en el peor de los casos se les rechaza de forma agresiva. Piensa en cómo tratan los medios de comunicación a quienes se saltan públicamente las reglas comúnmente aceptadas respecto a con quién es apropiado tener sexo y cómo: recibir dinero por sexo, ser infiel, exponerte fuera del armario como homosexual, bisexual o con conductas sexuales no convencionales.

    Al tratar así las cosas, al otro grupo le puede resultar tentador intentar demostrar lo normales que son en el resto de aspectos de su vida. Como respuesta le dan la vuelta a la dicotomía «conmigo o contra mí» aferrándose con fuerza a sus propias reglas —«conmigo»— y rechazando a cualquiera que no esté de acuerdo como alguien que está «contra mí»; por ejemplo, tildando a esas personas de «básicas», «normativas», «triviales» o «muggles».¹⁴

    Así, todo el mundo —«gente normal» y «gente rara»— termina aferrándose con fuerza a las reglas: comparándose en oposición a otras personas y juzgándolas —con el temor a poder estar haciéndolo mal— e intentando desesperadamente defenderse y demostrar que lo está haciendo bien.

    Explorar nuestra relación con las reglas

    En este libro dedico un capítulo a cada una de las ocho facetas clave de las relaciones. En esos capítulos exploro cuáles son las reglas existentes para cada faceta y por qué puede que no funcionen siempre bien. Después analizo qué personas y grupos se han salido de esas reglas existentes y qué están haciendo, para ver qué podríamos aprender de esas alternativas. También examino las limitaciones de esas nuevas reglas y cómo pueden convertirse en un problema si se aplican de forma demasiado rígida.

    Finalmente, exploro una tercera alternativa frente a aceptar las normas existentes o buscar desesperadamente unas nuevas. Eso supone mantenerse en la incertidumbre de no tener unas reglas claras, y encontrar una forma de seguir adelante que no requiera aferrarse a nada. Si esto parece mucho pedir, al menos intentemos notar cuándo nos estamos aferrando a unas reglas para luego intentar sujetarnos a ellas de una forma más holgada.

    Fig. 1.3. Alternativas ante las reglas.

    Habrás notado que una de las reglas principales de las relaciones es que aquí estamos hablando de un tipo específico de relación: lo que podríamos llamar una relación romántica, sexual o de pareja. Parece que se prioriza este tipo de relaciones sobre otras, como comprobarás si echas una ojeada a los libros de autoayuda sobre relaciones. De hecho, ese tipo de relaciones se priorizan tanto que asumimos que a eso se refiere la gente cuando habla de sus relaciones.

    Vamos a dedicar mucho tiempo a pensar sobre ese tipo de relaciones, pero también vamos a desgranar las reglas del romanticismo, el sexo y el compañerismo, y cuestionar si hace falta que siempre se den en la misma relación, e incluso si son todas necesarias. También exploraremos qué sucede cuando ampliamos nuestra forma de entender las relaciones, el amor y el sexo. Idealmente, te encontrarás con que mucho de lo que hablamos es relevante para otras relaciones además de las románticas, sexuales y de pareja.

    las reglas

    Es cierto que no suele haber unas reglas concretas sobre cómo tener relaciones, en el sentido de leyes o políticas con las que todo el mundo está de acuerdo. No hay unos mandamientos del amor o normas jurídicas para tener citas. Y los grupos y colectivos más recientes rara vez tienen un manifiesto.

    Podía haber titulado este libro «Contar otra vez la misma historia», «Reescribir el guion» u otro título que sugiriera que existe algo externo que nos dice cómo construir las relaciones, y que nos gustaría cuestionar. Elegí la palabra «reglas» porque a menudo podemos tener la sensación de que existe un conjunto de reglas no escritas que todo el mundo está intentando cumplir, que no son cuestionadas y que se dan por sentadas. Simplemente, es lo que hace todo el mundo.

    También elegí la palabra «reglas» porque la gente suele sentir la tentación de establecer una serie de reglas para las relaciones que podrían ser escritas y seguidas para tener una vida amorosa exitosa. Hay varios libros de autoayuda con títulos como Las reglas, Las reglas del amor, Las reglas del juego, Las reglas de las citas online y títulos similares. Sugiero tener cuidado con esas reglas. Pueden ser útiles, pero deben poder cuestionarse y no deben ser tomadas como la respuesta a todo para todo el mundo. Quizá la única regla de este libro sea que no existe una respuesta universal, sino que hay un montón de preguntas útiles e intrigantes que vale la pena hacerse.

    En realidad, las reglas de las que hablo son «formas de hacer las cosas» que sentimos que debemos observar. Por ejemplo, una «regla» podría ser que debemos tener unas cuantas citas antes de tener sexo con alguien, o que después de tener una relación un cierto período de tiempo ya no deberíamos estar teniendo citas con terceras personas. Muchas de estas reglas están relacionadas con la idea de que comportarse de determinada manera es normal, natural o moralmente mejor. Por ejemplo, a menudo se piensa que lo natural para los hombres es querer tener sexo lo antes posible, o que lo normal es enamorarse de una sola persona a la vez o que es moralmente mejor no romper la relación con tu pareja.

    Por qué nos gustan las reglas

    El ser humano siempre está buscando un sentido a todo: patrones y reglas que expliquen lo que está sucediendo a su alrededor. Esa es la razón por la que vemos un jarrón o dos personas a punto de besarse en esta ilusión óptica, en lugar de un simple conjunto de líneas y sombras.

    Fig. 1.4. Buscando un sentido.

    Uno de los grandes problemas de las reglas es la idea de que hay una forma «correcta» o «mejor» de hacer las cosas. Sin duda, eso querría decir que cualquier otra forma de hacer las cosas, en algún sentido, estaría mal, sería inferior o equivocada. Por lo que, si creemos que la clase de relación «correcta» debe ser entre personas con un nivel similar de «atractivo», a las personas que no encajan en los estrechos estándares de belleza actuales les costará más. Si creemos que hay una forma correcta de tener sexo, o de comprometerse con alguien, o de tener una familia, de nuevo, estarán mal vistas otras formas de hacerlo.

    Las reglas, sean las que sean, no son solo perjudiciales para la gente que se sale de ellas de alguna forma. También pueden ser duras para las personas que están atrapadas en un sistema de reglas intentando hacer «bien» las cosas: la adolescente que está intentando decidir si acostarse con su novio o no para que no la llamen putón o estrecha, en lugar de tomar una decisión basándose en sus propios deseos; la pareja de personas mayores que quieren tener sexo pero les resulta complicado encontrar consejos sobre cómo hacerlo físicamente más fácil, porque existe un tabú sobre tener sexo con más de sesenta años; la persona que pierde a sus amistades cuando, seis meses más tarde, no ha superado una ruptura. Este libro cuestiona muchas de esas ideas sobre la única forma correcta de tener relaciones y te ofrece otras opciones para que las valores.

    Los capítulos

    Como he dicho, en el resto del libro cubriremos ocho aspectos clave de las relaciones. El capítulo 2 se centra en la relación con tu propio yo, porque la tensión entre ese yo y nuestras relaciones es un elemento fundamental en la incertidumbre que estamos experimentando. Veremos en detalle cómo nos relacionamos con nuestro yo antes de pensar en cómo nos relacionamos con otras personas. El capítulo 3 se ocupa del amor. Le dedicaremos más tiempo a las ideas de felices-para-toda-la-vida y la Media Naranja antes de pensar sobre nuestras propias reglas para el amor y los tipos de amor, y sobre las relaciones que priorizamos en nuestras vidas.

    El capítulo 4 se centra en el sexo, fuente de una buena cantidad de ansiedad y sufrimiento. Analizaremos el ideal de sexo normal que va buscando la gente, cómo es y el impacto que tiene forzarnos a encajar en una sexualidad de talla única. El capítulo 5 explora el género, porque muchas de las reglas existentes para las relaciones también lo son sobre la atracción entre hombres y mujeres. Valoraremos qué se gana y qué se pierde al intentar encajar en ideales

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