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Los muertos no mueren
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Libro electrónico527 páginas6 horas

Los muertos no mueren

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El misterio de la muerte siempre ha intrigado a las civilizaciones del mundo, que reverencian a lo desconocido. ¿De qué se trata este fenómeno? ¿Qué ocurre, de hecho, después de morir? ¿Existe el Más Allá? ¿Es posible interactuar con esta dimensión?
He aquí un acontecimiento que cambió la historia: Jesús, el Rabí de Galilea, resucitó, derrotando lo que atemorizaba a los pueblos. A partir de ese hecho singular, Paiva Netto da luz a los cuestionamientos fundamentales de la existencia y explica: "Con la Resurrección del Cristo, la muerte dejó de ser el lúgubre ingreso a la Nada. ¡Cuando el Celestial Amigo reveló la Tumba Vacía, acabó con los imposibles!".
¿Usted ha escuchado hablar acerca de los fenómenos psi y la transcomunicación instrumental? ¿Sabía que el libro La República, de Platón, registra una experiencia cercana a la muerte? Conozca, entre otros asuntos, investigaciones de punta realizadas por renombrados centros académicos respecto a la realidad de la vida después de la muerte, así como relatos de ilustres religiosos, ateos, sensitivos, científicos, filósofos, políticos, inventores, artistas, escritores sobre la naturaleza mediúmnica y la vida espiritual.
Al finalizar esta lectura, usted también deseará aclamar: ¡Los muertos no mueren!
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento6 abr 2020
ISBN9781098309794
Los muertos no mueren

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    Los muertos no mueren - Paiva Netto

    VIDA?

    Partes de I a IV

    ¿Cuestión de muerte o de vida? — Parte I

    UN TIRANO VENCIDO

    Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven.

    Jesús (San Lucas, 20:38)

    ¿S erá ese tema de la muerte realmente una cuestión de muerte?...

    En realidad, para hablar con corrección, la muerte es un tema esencial de vida (o de la vida). El pastor evangélico norteamericano y renombrado intérprete del Apocalipsis Uriah Smith (1832-1903) la definió como

    —...un tirano vencido.

    Estoy plenamente de acuerdo con Smith. Sin embargo, ese hecho no le da a nadie el derecho de suicidarse, porque la muerte no interrumpe la existencia del Espíritu, ya que, cuando el Ser se despierta en el Mundo de las Realidades Eternas, se descubre más vivo que nunca y con todas sus preocupaciones para acompañarlo —y de manera más intensa—. El gran equívoco de la humanidad es vivir como si nada hubiera después de la muerte. No obstante, es espantoso cómo existen individuos, incluso los que tienen mayor acceso al conocimiento, que muchas veces desprecian, escépticos, un tema que no podrán evitar, alegando no ser científico, sino religioso.

    Por ello, cabe aquí este comentario del renombrado físico judío-alemán Albert Einstein (1879-1955):

    —Hablando del espíritu que ilumina las investigaciones científicas modernas, opino que todas las especulaciones más sofisticadas en el ámbito de la ciencia parten de un profundo sentimiento religioso, y que sin tal sentimiento no fructificarían. También creo que este tipo de religiosidad, la cual se siente hoy en las investigaciones científicas, es la única actividad religiosa creativa de nuestra época.

    Ahora, una curiosidad: en la religión judía, cementerio significa Beit Olam, la Casa de la Eternidad. Otra terminología en hebraico que se utiliza algunas veces es Beit Há’Chayim, que significa Casa de los Vivos.

    LA POSICIÓN DEL AVESTRUZ

    Dejar a un lado la investigación de la probabilidad de que la vida continúe después de la desaparición del cuerpo físico, por considerar que después de la muerte no existe nada más o porque no comprobaron su certeza hasta entonces, antes que todo, me parece una actitud anticientífica y recuerda la famosa posición del avestruz¹, que, como en el imaginario popular, al verse en peligro, esconde la cabeza en la tierra y deja el resto del cuerpo afuera.

    Anotemos, para la meditación, este concepto explicado en el Nuevo Catecismo para adultos, escrito por el episcopado holandés en 1966:

    —Ni siquiera el marxista, para quien el espíritu debería ser solo un producto secundario de las células, cree que deba arrojarse sin más un cadáver. También él respeta la muerte. (...) Nadie que crea en la Buena Nueva², tiene ya razón para decir que aún no se conoce el caso de alguien que haya regresado entre los muertos.

    Todavía hoy, entre ciertos pensadores, la preferencia es por lo que conocen o piensan evaluar bien. Una actitud muy cómoda...

    Para esos, uno de los hobbies más comunes, tal vez por ser tan cómodo, sería la negación pura y simple de lo que no osan interpretar... No obstante, tal comportamiento no impresiona a la muerte, que tranquilamente se ríe de todo y sigue llevando al Otro Lado desde el ciudadano sin dinero hasta el más poderoso monarca. Por ello, no debemos huir del estudio imparcial sobre ella, ya que, si hay una imposibilidad en este mundo, es la de que alguien logre desviarla del propio camino.

    Dijo Buda (aproximadamente 563-483 a. C.):

    —¡Despertaos! Nunca seáis negligentes. Seguid la ley de la virtud. El que practica la virtud vive felizmente en este mundo y en el próximo (Dhammapada 168).

    Y, ahora, esta provocación del viejo Einstein, el enunciador de la Teoría de la relatividad, que vuelve a este texto para auxiliarnos con su innegable sabiduría:

    —La mente puede avanzar solamente hasta donde conoce y puede probar. Llega a un punto donde ella da un salto —llámele intuición o como Ud. quiera— y trasciende a un plano superior de conocimiento, pero nunca podrá probar cómo llegó allí. Todos los grandes descubrimientos han entrañado un salto semejante.

    Sepamos también encarar el último momento con el sabio humor de Stephen Butler Leacock (1869-1944), escritor y economista canadiense:

    —Detesto a los agentes de seguros de vida: siempre argumentan que moriré algún día, lo cual no es así.

    Realmente, porque, como tantas veces ya dijimos en la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, ¡los muertos no mueren! Está claro que tal conciencia no nos impide amparar justamente a nuestros descendientes que permanecerán en la Tierra después que regresemos a la Gran Patria de la Verdad.

    .

    ESTUDIAR EL MÁS ALLÁ

    No debemos huir del estudio imparcial sobre la muerte, ya que, si hay una imposibilidad en este mundo, es la de que alguien logre desviarla del propio camino.

    ¿Cuestión de muerte o de vida? — Parte II

    UNA ANTIGUA COMPAÑERA

    La muerte es la más antigua compañera de los seres terrestres. Tal vez por ello hay quien deje de percibir su gran importancia, conforme ocurre con las cosas que hay en una casa, que su morador contempla a todo instante. Sin embargo, hay un hecho que se diferencia en todo y por todo: ¡el acontecimiento inevitable nos alcanza de frente! Y esta advertencia del Profeta Muhammad (aproximadamente 570-632) — "¡Que la Paz y las bendiciones de Dios sean con él! ³"— en el Sagrado Corán, 4.a Sura —An-Nísa’ (Las Mujeres)— aleya 78, nos dice mucho sobre esto:

    —Dondequiera que os encontréis, la muerte os alcanzará, aun si estáis en torres elevadas.

    Algún día nos haremos aquellas preguntas filosóficas que todos se hacen, aunque inconscientemente, o no las revelan a nadie, excepto a la propia almohada...

    ¿Quién soy yo?

    ¿De dónde vine?

    ¿Por qué me alegro?

    ¿Por qué sufro?

    ¿Por qué un día moriré?

    Y, por consiguiente, ¿adónde iré?

    Y más: ¿volveré a este mundo material?

    ¿Quién logra escapar de esas inspiradoras preguntas?

    El Libro de los Salmos, 39:4 al 6, nos invita a esta meditación:

    ⁴ Señor, hazme saber qué fin tendré, y cuánto tiempo me queda de vida. ¡Quiero saber cuán frágil soy!

    ⁵ Tú me has dado una vida muy corta; ante Ti, mis años de vida no son nada. ¡Ay, un simple soplo somos los mortales!

    ⁶ ¡Ay, todos pasamos como una sombra! ¡Ay, de nada nos sirve tratar de enriquecernos, pues nadie sabe para quién trabaja!

    LA TRANSFORMACIÓN POR LA CONCIENCIA ESPIRITUAL

    En el libro Las Sagradas Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, volumen 3 (1991), mencioné las siguientes ponderaciones:

    Nadie es más feliz que la persona consciente de su origen, que es espiritual, y de la necesidad de integración en el Amor, el clima del universo, según el sacerdote portugués João de Brito (1647-1693). Ese júbilo termina por derramarse sobre la Política, la Economía, la Filosofía, la Ciencia, el Arte, el Deporte y la propia Religión, generando un nuevo entendimiento de todas las cosas, ante lo cual el ser humano, sponte sua, ya no herirá, odiará, matará, robará, engañará, difamará, porque habrá comprendido, por encima de todo, que dentro de sí reside la Eternidad de Dios, que es justamente el Amor (Primera Epístola de San Juan, 4:8). ¿Utopía? Pero ¿qué progreso tenemos hoy, que, no fue, ayer, la más completa utopía? Si es difícil, empecemos ya, con base en el Amor, el más perfecto antídoto contra el odio.

    Por lo tanto, no sirve escapar del tema de la muerte, que no expresa ninguna morbidez. Mórbido es escapar de la realidad. Y Tánatos⁴ es una certeza que debemos enfrentar, visto que todos sufrimos sus consecuencias, buenas o malas, de acuerdo con lo que hemos sembrado:

    —A cada uno de acuerdo con sus obras.

    Jesús (San Mateo, 16:27; y Apocalipsis, 22:12)

    * * *

    JUNG Y LA CUESTIÓN DE LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

    Vamos a darle ahora la palabra a James R. Lewis, autor de Enciclopedia de la Vida después de la Muerte: creencias, ritos, leyendas y fenómenos extraordinarios, cuando comenta el punto de vista de Carl Gustav Jung (1875-1961), reconocido psicólogo y psiquiatra suizo, el hombre del inconsciente colectivo, sobre el fenómeno llamado muerte, tomado equivocadamente como un sinónimo de aniquilación total:

    Aunque Jung siempre se negó a afirmar abiertamente que había vida después de la muerte, generalmente insinuaba que esto era lo que pasaba. Creía en la supervivencia espiritual más allá de la muerte física, y dicha convicción fue reforzada por su creencia de que la psique, como lo evidencian los sueños, se porta como si continuara existiendo. Según Jung, los sueños de muerte están vinculados a un grupo primordial de arquetipos y, a través de su análisis, es posible concluir que habrá una existencia humana después de la muerte, caracterizada por el nivel de conciencia obtenido por la persona durante su vida. Así, la vida terrenal es altamente significativa, y lo que el ser humano lleva después de la muerte es muy importante, ya que lo ayuda a obtener el límite superior de conocimiento y conciencia en la vida después de la muerte.

    Jung afirmó que la suposición de que existe una vida después de la muerte significa mucho para la mayoría de las personas y permite que vivan más sensata y tranquilamente. Aunque no hay medios de probar la continuidad del alma tras la muerte, algunas experiencias nos pueden inclinar a ese punto de vista, tales como los mitos, sugerencias y alusiones figurativas enviados por el inconsciente a través de los sueños. De acuerdo con Jung, la muerte generalmente surge como una catástrofe, que es brutal no solamente como un evento físico, sino también psíquico. Pero, si la persona cree en la eternidad, se puede considerar a la muerte como un evento feliz, un matrimonio en que el alma reúne su mitad desaparecida con el todo.

    (Los destaques son míos).

    ORACIÓN VERSUS MIEDO

    Con propiedad, escribió Allan Kardec (1804-1869), el Codificador del Espiritismo, en el libro El cielo y el infierno:

    —Para liberarse del miedo a la muerte es necesario que el hombre la encare desde su verdadero punto de vista, es decir, que haya penetrado con el pensamiento en el mundo espiritual y que se haya formado de él una idea tan exacta como le sea posible, lo que denota de parte del Espíritu encarnado un cierto desarrollo y la aptitud para desprenderse de la materia.

    Por ello es inteligente no temerle. Además, el ejercicio de la oración aleja de nosotros el miedo, nos abre la conciencia para la eternidad de la vida. El propio acto de orar significa dirigirse a un Ser Superior que se encuentra por encima de lo que denominamos muerte.

    ¿Cuestión de muerte o de vida? — Parte III

    NADIE PUEDE PERMANECER AJENO A LA MUERTE

    Muchas figuras exponenciales de la humanidad, algunas de ellas conocidas como no creyentes o agnósticas, tuvieron la muerte y la Vida Eterna como temas de sus reflexiones:

    —En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde Yo esté, también ustedes estén.

    Jesús (San Juan, 14:2 y 3)

    El Cristo, el Ungido de Dios

    —La muerte natural, la muerte que es resultado del desarrollo vital, esa muerte no tiene nada de aterrador.

    Ludwig Feuerbach (1804-1872)

    Filósofo alemán

    —Tenemos que someternos a las leyes de la naturaleza, de la que somos manifestaciones. Perecemos, desaparecemos; pero el cielo y la tierra permanecen, y la marcha del tiempo continúa para siempre.

    Ernest Renan (1823-1892)

    Escritor francés

    —Los muertos tienen un modo de hacerse más presentes que cuando eran vivos.

    Pearl S. Buck (1892-1973)

    Escritora norteamericana, experta en novelas sobre China. Ganadora del Premio Pullitzer de Ficción (1932), fue la primera mujer de América en recibir el Premio Nobel de Literatura (1938).

    —La muerte no significa extinguir la luz. Significa extinguir la lámpara porque ha llegado el alba.

    Rabindranath Tagore (1861-1941)

    Escritor y poeta hindú, primer escritor no europeo en conquistar el Premio Nobel de Literatura (1913).

    —Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el Espíritu vuelva a Dios que lo dio.

    Salomón (Eclesiastés, 12:7)

    —Y es muriendo que nacemos para la Vida Eterna.

    San Francisco de Asís (1181 o 1182-1226),

    en su elevadísima oración. (Il Poverello, el Pobrecito, es el patrono de la Legión de la Buena Voluntad, LBV).

    —Los que no creen en otra vida están muertos incluso en esta.

    Goethe (1749-1832)

    Filósofo, poeta y escritor alemán

    —Nuestra vida es la antecámara del palacio donde se halla nuestro verdadero tesoro, la inmortalidad.

    Helena Blavatsky (1831-1891)

    Escritora, ocultista rusa y cofundadora de la Sociedad Teosófica

    —La muerte es la curva del camino. Morir es tan solo no ser visto.

    Fernando Pessoa (1888-1935)

    Poeta, filósofo y dramaturgo portugués

    —Morir es recomenzar. Porque duramos de las infinitas muertes que recomenzamos.

    Lúcio Cardoso (1912-1968)

    Escritor, periodista, poeta y pintor brasileño

    —Si el alma no fuera inmortal, la vida sería una pequeña elección y la muerte nada sería.

    Sarah Newton Destutt de Tracy (1789-1850)

    Escritora y pintora británica

    —¡Oh, muerte, cuán universal tu señorío!

    Fray Luis de Granada (1504-1588)

    Teólogo, escritor y predicador español

    —Olvidarse de los muertos es olvidarse de sí mismo.

    Alphonse Marie Louis de Prat de Lamartine (1790-1869)

    Poeta, historiador y estadista francés

    —Morir es cambiar de cuerpo como el actor cambia de traje.

    Plotino (205-270)

    Filósofo egipcio neoplatónico

    —Uno de los momentos más propicios para renovar la memoria de la religión, es el infortunio. La muerte de una persona querida, u otra desgracia de aquellas que dejan en el corazón una huella profunda, disponen el espíritu a pensamientos graves, y dan a los sentimientos una dirección religiosa. La alegría es frívola, y es muy difícil hacer entrar en razón a quien a todo contesta con la sonrisa en los labios; pero, cuando el hombre llora, la esperanza de otra vida es para él un gran consuelo (…).

    Jaime Balmes (1810-1848)

    Filósofo, teólogo y sociólogo español

    —Aquel que sabe que este cuerpo es efímero como la espuma de las olas e ilusorio como un espejismo romperá las flechas floridas del señor del mal y, desapercibido del Rey de la Muerte, proseguirá en el Camino (Dhammapada 46).

    Siddharta Gautama, el Buda (aproximadamente 563-483 a. C.)

    JAMÁS ACORTAR LA VIDA

    Después de tan apreciables reflexiones es forzoso inferir que el gran secreto de la vida es, amando la vida, saber prepararse para la muerte, o Vida Eterna. Subrayemos: la muerte debe ocurrir solamente en el momento correcto, determinado por Dios, según lo registré en la letra de un tema musical⁶, que reproduzco a

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