Dentro de los métodos diagnósticos de adivinación estaba el de arrojar granos y ver cómo se disponían al caer. También, los nudos realizados en cuerdas que aportaba el consultante, que en función de la intensidad con que eran atados condicionaban un buen o mal pronóstico; o la adivinación mediante el agua, arrojando a ella granos de maíz y viendo si flotaban o no (lo segundo era un buen augurio). Los llamados intentaban averiguar en el reflejo del agua si el niño enfermo había perdido el y, en tal caso, realizaban encantamientos para su retorno. Por su parte, el medía el número de veces que su mano cabía en el antebrazo del paciente para efectuar el diagnóstico de algunos males.
ENTRE EL AUGURIO Y EL DIAGNÓSTICO
Feb 16, 2024
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