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ras el lanzamiento de Super Famicom en Japón en noviembre de 1990, y a la vista de las virguerías técnicas que podía hacer la nueva consola de Nintendo, muchos empezaron a preguntarse cuánto podría aguantar Sega sin preparar una sucesora que la superase. Los primeros rumores empezaron a circular en 1991, aunque aún quedaba mucho camino por recorrer. Primero, porque la posición de Mega Drive era muy distinta en Japón, donde Nintendo seguía dominando el mercado con mano de hierro, mientras que, en Estados Unidos, la consola era un éxito, gracias al enfoque que Tom Kalinske y su equipo dieron al hardware y su catálogo. Segundo, porque, en aquella época, todo estaba a punto de saltar por los, su primer juego completamente poligonal y en 3D, al que seguiría otro fenómeno aún mayor: . Fue este último juego el que inspiró a PlayStation a apostar por los gráficos 3D para la consola en la que estaba trabajando, tras no prosperar las negociaciones con Sega para entrar en la industria del videojuego de su mano.