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No hay dos iguales. Aunque todos mantienen una estructura de simetría hexagonal, cada copo de nieve tiene una forma única y diferente del resto. Y quizá sea eso, unido a su fugaz y efímera vida, lo que les aporta esa belleza que resulta tan cautivadora e hipnótica.
Esta maravilla de la naturaleza se origina cuando la temperatura de la atmosfera se sitúa por debajo de los 0 ºC provocando que el vapor de agua se congele alrededor de una partícula de polvo o polen, lo que forma un cristal de hielo. A medida que más moléculas de agua se condensan y se unen a ese cristal de nieve inicial se forma una estructura hexagonal que da lugar a los mágicos copos de nieve.
TEMPERATURA, HUMEDAD Y RECORRIDO
Esa estructura inicial de seis lados va variando y moldeándose en función del viaje que realiza el copo desde la atmosfera hasta que llega al suelo. Así, las diferentes zonas que atraviesa en su recorrido, la presión atmosférica y las condiciones climáticas de temperatura y humedad a las que se expone provocan que los copos puedan crecer más o menos hasta definir su aspecto final.
Por ejemplo, cuando hace mucho frío los copos de nieve suelen ser más pequeños y de estructura más simple. Y cuando las temperaturas son más cálidas aparecen copos de nieve más grandes y complejos debido a que pasan más tiempo formándose en la atmósfera.
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Del mismo modo, un nivel de humedad más alto provoca el