n 1698 llegaba a la corte madrileña un curioso personaje. Se llamaba Roque García de la Torre y era natural de Alcira (Valencia); redactó un memorial donde se comprometía a elaborar un de Carlos II, al que llegó su memorial, aceptó la tentadora propuesta. En el documento, De la Torre describía detalladamente las cualidades de su pócima: «Pues tomando de ella la cantidad de un grano de trigo en apropiado licor sana la enfermedad más insanable y renovando el calor natural lo vuelve a su mayor vigor, por el cual medio puede el hombre alargar los días de la vida hasta el término por Dios prescripto…». De la Torre entró a formar parte del servicio real en septiembre de 1678 bajo la supervisión del boticario real, Juan del Bayle. El embaucador permaneció en Madrid durante un periodo aproximado de un año y fue instalado en una casa situada en la calle Leganitos, donde se construyó un laboratorio alquímico con todos los materiales necesarios para obtener el ansiado «elixir universal»: un horno filosófico, alambiques, retortas, vasos filosóficos y suficiente materia prima para llevar a cabo sus experimentos. Sin embargo, el «alquimista» valenciano pronto comenzó a poner excusas y el remedio nunca llegó. A pesar de las amonestaciones, Roque decidió marcharse de la corte alegando que estaba gravemente enfermo a causa de los experimentos: «…habiendo procedido mi Indisposición de haber travaxado en el asunto que estuvo a mi cargo, por recibir los átomos que la materia exhalaba… ».
EN BUSCA DEL ELIXIR VITAE
Jun 23, 2024
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