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Chirivel (Almería). Es casi mediodía cuando Santiaga Sánchez, de 57 años, sale de su granja, situada en las colinas secas y azotadas por el viento del sureste de España, y desafía el sol primaveral, ya abrasador, para revisar sus campos. "Soy hija y nieta de pequeños agricultores y ganaderos", explica mientras camina entre hileras de almendros en flor. "Desde muy pequeña siempre supe que quería vivir aquí y dedicarme a lo que mi madre y mi padre habían hecho antes que yo".
Pionera de la agricultura regenerativa, Sánchez trabaja en una de las regiones agrícolas más inhóspitas de nuestro país, donde la sequía y los peores efectos del cambio climático son ya una realidad cotidiana. "Hace veinte años nevaba cuatro o cinco veces al año. Ahora ya no nieva, y las precipitaciones han disminuido drásticamente", explica. "Los inviernos son ahora tan cálidos que los árboles florecen antes de brotar". Este año, la región casi no ha recibido agua de lluvia. Sin embargo, los campos de almendros de secano de Sánchez están cubiertos de tréboles y flores silvestres, muy lejos del suelo agrietado de la granja vecina, a unas decenas de metros.
UNA VIDA DEDICADA AL CAMPO
Fue aquí, en las mesetas de la región de Almería, donde Sánchez dio su primer paso como agricultora y ganadera en 1985. "Mi marido y yo empezamos como aparceros en la finca de un señorito de la zona", recuerda. "Con