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Las vacunas son uno de los medicamentos más exitosos de la historia. Con más de dos siglos de experiencia, han salvado millones de vidas y han logrado la proeza de erradicar una enfermedad en humanos, la viruela. Además, es previsible que contribuyan pronto a erradicar otras, como la poliomielitis o el sarampión. El último capítulo de su éxito ha sido en la pandemia, con vacunas desarrolladas con tecnología innovadora y en tiempo récord, que han permitido que pudiéramos retomar nuestras vidas cotidianas.
Esta nueva tecnología, basada en el ARN mensajero, llevaba siendo probada desde hace años, lo que permitió acortar el tiempo de desarrollo de las nuevas vacunas. Uno de los campos en los que ya se pensaba que eran útiles era en el cáncer. Y el impulso continúa, con proyectos muy relevantes que podrían llegar en un corto plazo de tiempo a la ciudadanía.
A diferencia de las vacunas tradicionales, que usan virus o bacterias atenuadas, las nuevas vacunas utilizan moléculas de ARN mensajero para producir ‘instrucciones’ para que las células del cuerpo produzcan, durante un tiempo determinado, una proteína característica del tumor y que sea esta la que ponga