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Cuando, el 24 de abril de 1944, el marinero británico Kenneth Bungard bajó de un camión militar en el muelle de Sheerness, se encontró con un espectáculo insólito: una enorme estructura de hormigón parecida a un edificio de apartamentos flotante, aunque sin puertas ni ventanas. De acuerdo con las instrucciones recibidas, Bungard subió por una escalera que llevaba a la parte superior de aquella estructura y desde allí la examinó. Estaba dividida en una serie de compartimentos, más o menos como si fuera una caja de huevos. Bungard se había presentado voluntario para una operación secreta relacionada con esa construcción, pero no sabía nada acerca de su cometido.
Pronto se enteraría de la utilidad del bloque, denominado con el nombre en clave de Phoenix. Junto con otros artefactos similares, sería transportado hasta la costa de Normandía, donde se utilizaría como rompeolas en las playas que los soldados aliados debían invadir el Día D. La costa que era el objetivo del Día D no contaba con puertos, pero los ingenieros militares aliados habían desarrollado un complejo sistema de puertos transportables en los que podrían atracar soldados y barcos con provisiones. Esa noche, mientras Bungard se encontraba inspeccionando la construcción, esta dio una sacudida y se puso en movimiento. Un remolcador la estaba arrastrando fuera del puerto.
Los bloques eran una pieza crucial de la logística del Día D. La Operación Overlord exigía que todo, desde los barcos de transporte de tropas a la distribución de raciones, estuviese cuidadosamente organizado. En unos pocos días, 194 000 hombres cruzarían el Canal de la Mancha; necesitaban comida suficiente,