LAS EVOCACIONES QUE A LO LARGO DE LA HISTORIA SE HAN TEJIDO EN TORNO A LA MESA DE SALO-MÓN SON MUY NUMEROSAS pero, de entre ellas, la más difundida y reconocida es la siguiente: "Hacia la mitad del siglo X a.C., el bíblico rey Salomónquiso dotar a su templo de Jerusalén –donde se encontraba el Arca de la Alianza– de un elemento muy especial: la mesa (o tabla o espejo) que lleva su nombre. Esta pieza es para unos investigadores, un soporte de esmeralda o cuarzo verde (sospechosamente parecida a la 'Tabla de la Esmeralda', atribuida a Hermes Trimegisto, a María, hermana de Moisés, o a Sara, esposa de Abrahan, donde se compendiaría toda la esencia cabalística), en la que se habrían inscrito las claves para interpretar el impronunciable e incognoscible nombre de Jahvé, gracias al cual se lograría la sabiduría de la Creación. Para la mayor parte, sin embargo, se trataría de un mueble con o sin apariencia de mesa, sustentado sobre globos en número variable, realizado en oro y decorado con esmeraldas, que serviría para transmitir conocimiento hermético". El Libro de los Reyes, cap. 7. vers. 48 a 50 explica a este respecto: "Salomón mandó hacer también todos los utensilios necesarios para el templo del Señor: un altar de oro; una mesa de oro sobre la que se colocaban los panes que se consagran al Señor; cinco candeleros de oro puro para el lado derecho, y cinco más para el lado izquierdo, frente al lugar santísimo, más las flores, las lámparas y las tenazas. Todo era de oro puro –los cántaros, las despabiladeras, las tazas, las cucharillas y los incensarios; las bisagras de las puertas del lugar santísimo y las de las puertas del templo–".
Sea como fuere, lo cierto es que, tanto por su valor económico intrínseco –dada su fabricación con materiales tan ricos–como por el simbólico –al estar unida a la figura del emblemático rey Salomón–, la Mesa fue presa deseada como botín de guerra, de manera que al socaire de los vaivenes políticos, se trasladó de sede en innumerables ocasiones hasta que, finalmente, se le perdió la pista…
TRAS SUS HUELLAS HISTÓRICAS
Su periplo empieza a finales del siglo VI a.C. cuando el rey , tras derrotar a los judíos, se llevó el tesoro del templo de Salomón –entre cuyo preciado ajuar se encontraba, supuestamente, la Mesa–, a su corte en Babilonia; no obstante, unos 50 años después, el rey permitió su devolución. Y así pasaron cinco siglos hasta que en el saqueó los bienes del Templo, que en esta ocasión viajaron a Roma, donde permanecieron cerca de 350 años más. Sin embargo, a principios del siglo V, tras la belicosa irrupción de los visigodos en el Imperio romano, saqueó Roma trasladando todas las riquezas acumuladas durante centurias a una de las ciudades fuertes de su reino: Carcasona. Allí descansaron apenas un siglo, ya que el poderoso rey de los ostrogodos, , se hizo con el trasegado tesoro y lo trasladó a Rávena para, un par de décadas más tarde, ser cambiado nuevamente de lugar por , quien lo transportó a Barcelona y de allí a Toledo.
