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Sus propietarios lo compraron porque tenía un gran potencial, una altura envidiable y balcones y miradores al madrileño parque de El Retiro. “Cuando lo vimos por primera vez, estaba funcionando como oficina y, a pesar de estar en un edificio clásico centenario, habían eliminado todos los elementos singulares”, asegura Mónica Diago, arquitecta responsable del proyecto, en reformas integrales ), pensado para un perfil de propietario exigente, con buen gusto y exquisito en los materiales. “Para nosotros, fue todo un desafío transformar esta oficina anodina, sin ninguna reminiscencia de su historia pasada, en un hogar elegante y luminoso, anclado al edificio en el que se sitúa, pero a su vez adaptado a los nuevo tiempos y usos”, cuenta Mónica. Otro de los retos fue acomodar una planta con muros de carga y limitaciones formales a una nueva distribución: moderna, abierta y comunicada en la zona de día, con dormitorios que incluyen baños en formato suite y a su vez con las últimas novedades en instalaciones y climatización.