Como epítome del noble renacentista, Rodrigo Borgia destacaba por su erudición, humanismo y diplomacia, con una actitud hedonista hacia el lujo, el refinamiento y el sexo, prácticas no raras entre el clero de su tiempo. Obispos y cardenales no eran ajenos a tener amantes e hijos; Borgia, en este aspecto, sobresalía. Atractivo y carismático, cautivaba con su presencia y oratoria, encantando especialmente a las damas. Gaspare de Verona, su educador por mandato de Calixto III, lo describía como un hombre de alegre semblante y serena presencia, con un notable encanto hacia las mujeres.
LA VIDA SEXUAL DE UN PAPA
Mientras su tío vivió, Rodrigo estuvo metido en vereda, ya que Calixto III tenía rígidas costumbres y no toleraba que se infringiera el celibato eclesiástico. Después, siguió arreglándoselas para mantener en secreto su vida privada. De ningún modo podían atribuírsele relaciones prohibidas e hizo lo imposible por mantener en riguroso secreto sus amoríos, sobre todo durante el papado de Pablo II, quien tuvo que llamarle al orden.
Toda Roma sabía de la vida licenciosa, las manías sexuales y las amantes del cardenal Borgia, pero no era algo tan escandaloso
Pero el vicecanciller no se enmendó y hacia 1458 nació, de madre desconocida, su primogénito, Pedro Luis, al que siguieron dos hermanas, Jerónima e Isabel. Más tarde tuvo cuatro hijos con la romana Vanozza Catanei: César (1475), Juan (1478), Lucrecia (1480) y Jofré (1481). Y aún se conocen más que tuvo posteriormente: otros dos hijos, Juan y Rodrigo, y una hija,