Un nuevo gobierno está en marcha desde el 10 de diciembre y la industria energética se confirma como una de las llaves elegidas para solucionar dos de los máximos problemas de la economía argentina: el déficit fiscal y la falta de divisas. Desde el gas y el petróleo de Vaca Muerta con sus extensas cadenas de valor, hasta las energías renovables y los minerales estratégicos que abundan en el país para la transición energética como el litio y el cobre, las oportunidades de inversión, productividad, exportaciones y creación de empleo están casi aseguradas si se logran acomodar variables económicas básicas para un buen clima de negocios. La coyuntura económica se presentó en los últimos años como un gran limitador de las posibilidades para el desarrollo del potencial energético que se le augura a la Argentina, pero a la vez su eventual normalización es el único camino que se advierte posible para esa construcción.
Raúl Bertero, presidente del Centro de Estudios de la Actividad Regulatoria Energética (Ceare), consideró que esta industria “está dando soluciones al problema fiscal, al tarifario y de la balanza comercial”, y aporta a una baja de subsidios y del déficit inmediata porque se sustituyen las importaciones en unos US$ 3.000 millones por la mayor disponibilidad de gas de Vaca Muerta y por los gasoductos construidos para transportarlo. Esa nueva situación reciente alcanzada con la inauguración del Gasoducto