ESTOY EN MEDIO DEL DESIERTO DE OMÁN. Un camello me mira con cierto interés: quizá le llama la atención que no conduzca un pick-up blanco como los que abundan en esta zona de pastoreo de estos animales tan peculiares. Un momento: ¿es un camello o es un dromedario? Me pongo una alarma en el móvil para comprobarlo cuando llegue al hotel y me pueda conectar a una red wifi.
En este punto, lamento que el camello (¿o dromedario?) no pueda de Google para buscar qué demonios es eso negro que hay enfrente y que se mueve en silencio. Porque en el caso de que en esta zona los animales supieran de coches, quizá reconocería un Audi Q8 en la silueta. Pero al verlo con una baca de techo, ruedas