oca y Terrasa contextualizan el tema de las fosas de la posguerra española comparándolas con uno de los libros fundamentales que de Homero. En concreto, la comparan con la historia de Aquiles y Patroclo. Como es sabido, el joven Patroclo es asesinado por Héctor en batalla, y se aparece en forma de espíritu ante Aquiles para decirle que su alma no podrá descansar hasta que su cuerpo reciba un funeral adecuado y sea quemado en la pira. El gran guerrero griego llora la muerte del joven, y cumple el deseo de su amante. Después, reclama venganza, reta a Héctor en combate singular y, tras vencerlo y matarlo, arrastra su cuerpo atado a su carro, y le niega sepultura. Paco Roca y Rodrigo Terrasa, apuntan acertadamente que, al hacerlo: «A los padres de Héctor no solo se les negaba la salvación de su hijo… sino un ritual que permitiera darle su último adiós». Así las cosas, los muertos de la guerra civil no están tan lejos de la guerra de Troya. En ambas guerras hay familiares que sufren, y que no pueden dar su último adiós a sus seres queridos.
