El vals (derecha), en cualquiera de sus versiones, es una escultura hipnótica. Como otras obras de finales del siglo xix, aspira a capturar el movimiento, pero, a diferencia de la mayoría, no se conforma con congelar un gesto en el tiempo. Dos amantes semidesnudos, absortos el uno en el otro, giran en una espiral infinita que desafía la gravedad, levitando eternamente en esa folie à deux ilusoria que es la pasión.
Crear una obra como esta, fascinante desde cualquiera de sus 360 grados, requiere sensibilidad, destreza y osadía, tres cualidades que Camille Claudel (1864-1943), su autora, poseía en abundancia. Claudel modeló el original hacia 1889, cuando aún