Nunca existió en España una maratón así. Ni siquiera podían imaginárselo ellos mismos hace solo una década, cuando reunían a solo 3.000 corredores y aquello seguía pareciéndose más a la modesta carrera que nació un 29 de marzo de 1981 gracias a la Sociedad Deportiva Correcaminos, en esencia un grupo de locos del correr. Y ahora esto es una carrera que recibe la atención de todo el mundo, que se televisa en 170 países, que convierte el cauce seco del Turia en una gran pista de entrenamiento las semanas anteriores, que llena hoteles y restaurantes y que reúne a 33.000 personas, de las que el 57% llegan desde el extranjero. La Maratón de Valencia debe ser el segundo evento más importante de la ciudad. El segundo, porque las Fallas son sagradas, claro. Lo dicen al unísono Paco Borao, presidente de la organización, y Juan Roig, el dueño de Mercadona, quien a través de la Fundación Trinidad Alfonso ha inyectado la financiación para hacer crecer esta prueba hasta contar este año con un presupuesto de 6,5 millones de euros.
El dinero explica gran parte del crecimiento, pero nada sería posible sin un circuito planísimo, con avenidas anchas, pocas curvas, una