curría siempre en el momento más inesperado. El profesor había repartido los exámenes y, agotado el tiempo previsto, empezaba a pedirlos de vuelta a gritos mediante ese temido «¡entregamos!». A partir de entonces las cartas estaban dadas. Si eso, los más atrevidos, en caso de que fuera tipo test, rellenaban corriendo y a voleo las últimas preguntas deseando que la suerte
El año que viene
Dec 21, 2023
2 minutos
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