La escena tiene lugar en el Kurdistán iraquí occidental, a pocos kilómetros de la frontera entre Irak e Irán. En una ladera rocosa, unas cincuenta jóvenes de unos 20 años ensayan un ejercicio de tiro con Kalashnikovs colgados al hombro. Aprietan las mandíbulas bajo un calor sofocante: esa tarde, el termómetro marcaba 47 °C. Sus ejercicios militares contrastan con el bucólico paisaje en el que trabajan: un mar de hierba amarilleada por el sol y grupos de olivos al fondo. Bajo las firmes órdenes de su comandante, los peshmergas, los que se enfrentan a la muerte, repiten incansablemente los mismos gestos. No importa que estén empapados bajo sus chalecos antibalas, armados con cargadores y cuchillos.
EN BUSCA DE LA LIBERTAD
Al final del ejercicio, las soldados cantan al unísono una canción patriótica. Las pocas que llevan pañuelo se lo quitan, en solidaridad con Mahsa Amini, icono de la revuelta iraní asesinada el 16 de septiembre componen este campamento exclusivamente femenino; hay otros tres de este tipo repartidos por la región. Forman las alas armadas de los partidos políticos kurdos que existen desde hace cuatro décadas. Repartidos entre Turquía, Siria, Irak e Irán, los kurdos fueron el principal baluarte contra el califato del Estado Islámico. En 2014, el frente de Kobané mostró su resistencia en la batalla, y en particular la de las mujeres, en las televisiones de todo el mundo. La imagen no carecía de fuerza dramática: el oscurantismo más abyecto a un lado del frente contra jóvenes guerreras promotoras de los derechos de la mujer al otro. "Los hombres de Daech tenían miedo de morir por nuestras balas, porque somos mujeres. Eso les impedía ir al cielo", ríe Marwa, de 22 años. Musculosa, ágil y con una larga trenza, se parece a Lara Croft, la heroína del videojuego . Un toque de insolencia, típico de la juventud, marca su rostro. Continúa: "En Irán, también es la libertad de las mujeres lo que asusta al régimen. Asustamos a todas las potencias misóginas. Deberían tomárselo como un cumplido". Ella misma huyó de Irán con su madre ocho años antes. "Queríamos vivir libres", concluye despreocupada.