Entre Israel y Palestina, los intentos de hacer la paz empezaron, realmente, casi antes que la propia guerra. En 1946, la recién nacida ONU se encomendó una tarea casi imposible: que las comunidades árabes y judías no se mataran entre sí en el mismo momento en que los británicos abandonaran su protectorado en Palestina, después de tres décadas de dominio. Así llegó la famosa resolución 181, o plan de partición, en el que se trazaron fronteras sobre un mapa, se dividieron artificialmente pueblos y ciudades…, sin que aquello sirviera absolutamente de nada.
Fue el primer fracaso. El plan de la ONU ni evitó la guerra, que estalló en cuanto los británicos se fueron en mayo de 1948, ni facilitó tampoco la paz. Las fronteras marcadas fueron ignoradas por todos: Israel ocupó más territorio del que le correspondía, guas y Egipto se quedó con la franja de Gaza, y Jordania tomó parte de Cisjordania y la ciudad vieja de Jerusalén, mientras que, al menos, seiscientos mil palestinos tuvieron que huir de sus casas solo con lo puesto. Casi todas las cuestiones que todavía hoy obstaculizan la paz estaban entonces ya en marcha.
Durante décadas fue absurdo siquiera pensar en un acuerdo de paz: hubo tre armisticios, hubo resoluciones sobre los derechos de los refugiados que fueron