En el corazón de la eterna Roma, donde los susurros de los siglos danzan entre las sombras de la historia, se alza majestuoso el Panteón, testigo de la grandeza y los caprichos del tiempo. Símbolo imponente que desafía la caducidad, su pórtico es un arco hacia el pasado, donde la inscripción tallada en la cornisa, <M. AGRIPA I.F. COSTERTIUM FECIT>, relata la historia de un templo erigido por Agripa en el año 27 a.C. a las divinidades tutelares de la familia Julia.
Este edificio, sin embargo, es un eco de lo que fue. No es el templo original de Agripa, devorado