Veracruz/Oaxaca.- Por el trayecto del Corredor Interoceánico, entre Veracruz y Oaxaca, va expandiéndose la huella de diversos cárteles y grupos delincuenciales que dejan saldos cada vez más violentos para los pobladores y costosos para la actividad económica en todos los niveles.
Desde el puerto de Coatzacoalcos hasta el de Salina Cruz, proliferan la extorsión, el cobro de piso, el control ilegal del comercio, así como asesinatos, desapariciones y el narcomenudeo, entre otros ilícitos que se incrementan conforme avanzan las obras de este proyecto, uno de los emblemáticos del sexenio.
Incluso las autoridades de Oaxaca reconocen abiertamente el asentamiento de jefes del narcotráfico en la entidad, por lo que la presencia de la Marina y el Ejército se multiplica en todo el corredor, pero para la población esto no ha significado recuperar la tranquilidad.
En Veracruz, días antes de que el presidente López Obrador hiciera un recorrido de supervisión en el Tren del Istmo de Tehuantepec, pieza clave en el proyecto del Corredor, un asesinato rompió la calma en la zona sureste.
Cristian Alberto Hernández Cobos, de 30 años y trabajador de la empresa Braskem Idesa –instalada a unos metros de los complejos petroquímicos y cerca de los parques industriales de Coatzacoalcos– fue secuestrado