Linda amaba la música, la fotografía y los caballos. En la adolescencia se convirtió en una experta amazona.
Han pasado 25 años de su muerte, pero su legado sigue vivo, y es que hace muy poco la Universidad de Arizona la re-conoció con un doctorado honorario póstumo en Bellas Artes, sesenta años después de su paso como estudiante en la prestigiosa institución. Nacida el 24 de septiembre de 1941, en Nueva York, Linda Louise Eastman fue, sin duda, una artista excepcional que jamás dejará de ins-pirarnos gracias a su visión del mundo.
Su padre fue Leopold Vail Epstein, un prominente abogado judío, quien cambió su nombre por el de Lee Eastman. De ahí nació la leyenda –errónea– de que Linda era la heredera de la poderosa multinacional Eastman Kodak. Su madre, Louise Sara Lindner Eastman, fue la heredera de la fortuna de las tiendas Lindner, fundadas por su padre Max J. Lindner.
Linda fue la segunda de los cuatro hijos de los Eastman, quienes los criaron en una mansión estilo español en la calle Dolma, en Scarsdale, un suburbio del Nueva York judío. Según Danny Fields, autor de Linda McCartney: A Portrait, ella y su hermano mayor John amaban la naturaleza y exploraban bosques y ríos cercanos a su casa. ¡Linda también amaba los caballos y en la adolescencia se convirtió en una experta amazona!
Con el paso de los años, Linda se graduó de bachillerato en la Scarsdale High School, en 1959. Después se matriculó en Arte, en la Universidad de Arizona, en Tucson. Allí