Escribir sobre el aceite es un desafío grande por la multitud de teorías controvertidas al respecto, pero lo que si está claro es que los aceites son esenciales para el buen funcionamiento del organismo y que en un “momentum” de tanto desarraigo una de las posturas más sabias, es volver la vista a lo ancestral, al sentido común, a lo que siempre funcionó, y allí encontramos el aceite de oliva, icono de la dieta mediterránea y el aceite de sésamo de Oriente y Medio Oriente.
FUNCIÓN DE LOS ACEITES
Los aceites nos ayudan a metabolizar los minerales, por eso son tan útiles cuando se tienen problemas de huesos, osteoporosis, cáncer de huesos, anemia por falta de hierro, fatiga, cansancio sin justificación, problemas de crecimiento, fractura de huesos, problemas de piel, reducción de las defensas naturales que nos pueden llevar a enfermar frecuentemente, problemas tiroideos, hipertensión arterial, hipotensión arterial.
En todos estos casos, se recomienda que el aceite se use en cocina, bien para realizar salteados de hojas verdes mezclados con semillas de sésamo y algas, o en algunos casos en fritos.
Otra de las funciones de los aceites consiste en ayudar a aislarnos del frío y del calor depositándose debajo de la piel, que es lo que se denomina grasa subcutánea. También forman parte de las paredes celulares, y especialmente de las neuronas (células nerviosas)