Una parte importante de los mitos alrededor de Naomi Campbell -supermodelo, activista, icono de la moda, e impulsiva ocasionalyace en su historia. Probablemente ya lo sabes pero sólo para recapitular: Campbell, de 15 años, una chica del cotidiano vecindario de Streatham, Londres, fue detectada por una reclutadora de modelos mientras estaba de compras en West End. Es un mundo de diferencia a cómo son descubiertas las modelos de hoy en día, ya sea que terminen siendo reclutadas a través de Instagram o que sean promovidas por el tipo de celebridad que son sus famosos padres. Entre ella y su compañera -también icono de los 90 (y mejor amiga)- Kate Moss, Campbell fue responsable de que una generadón de adolescentes brit nicas trataran de verse tan “modelescas” como pudieran mientras caminaban en Topshop sobre la calle de Oxford, esperando que también las reclutaran algún día.
La historia de Campbell lo hace ver como si un encuentro fortuito fuera el responsable de cambiar la trayectoria de su vida, como si sólo estuviera “en el lugar y la hora adecuados”, como una historia de Cenicienta. Pero mientras estaba sentada frente a ella en una suite del hotel en una locación europea muy discreta, me di cuenta que con un rostro como el suyo -con esos formidables pómulos deslizándose hacia arriba como un tributo típico de seres celestiales, que seguramente estuvieron involucrados, yesos labios rellenos y perfectamente proporcionados- Naomi Campbell estaba destinada a ser famosa.
“Todos me han pedido que escriba un libro”, me dice mientras se acomoda en el sofá . El prospecto de